Los nuevos ricos en Cuba, con otra pinta y otro comportamiento…

Redacción

En Cuba, la aparición de una nueva clase de ricos ha generado un cambio notable en el panorama social. Aunque no llegan al nivel de extravagancia de los millonarios rusos o qataríes, estos nuevos acaudalados cubanos se distinguen por su estilo de vida y comportamiento, marcando una diferencia significativa con la población general.

Entre ellos, encontramos a los privilegiados de siempre: altos funcionarios y exmilitares que han intercambiado sus uniformes por elegantes guayaberas blancas. Disfrutan de lujos como cenas exquisitas y vinos finos, y su acceso a esta élite se da a través de conexiones familiares o lealtad política. Este grupo selecto puede poseer desde vehículos lujosos hasta yates, y disfrutan de escapadas a destinos como Cancún o Ibiza. Gozan de comodidades como internet y vehículos múltiples, sin preocuparse por los costos de servicios básicos.

Otro grupo dentro de estos nuevos ricos son los llamados “macetas”, estafadores de cuello blanco que han acumulado fortunas y que a menudo se encuentran en posiciones clave dentro del sistema judicial. Aunque corren el riesgo de ser descubiertos, su riqueza les proporciona cierta protección.

Algunos de estos líderes mantienen una fachada de lealtad al partido y al sistema, pero en la práctica, disfrutan de privilegios y lujos, a menudo involucrados en negocios lucrativos y ocultos. Son conocidos por utilizar recursos estatales para fines personales y por invertir en negocios familiares, manteniendo sus fortunas en secreto.

Además, hay un número creciente de emprendedores privados que están acumulando riquezas significativas, aunque esto implica un gran esfuerzo y sacrificio en comparación con los privilegios de la élite tradicional.

Los “metedores de cuerpo” son aquellos que han vivido siempre al margen de la ley, involucrados en el comercio informal. Estos individuos ahorran y reinvierten en negocios como cafeterías o alquiler de habitaciones para turistas.

También están los “ricos de flay”, cuya comodidad proviene de remesas familiares del extranjero. Para mantener este nivel de vida, a menudo tienen que trabajar en múltiples empleos y hacer horas extra.

Los nuevos ricos pueden permitirse comer varias veces por semana en paladares e incluso pagar sumas considerables por una mesa en el concierto del reguetonero de moda en bares privados.

Aunque algunos cubanos envidian a estos nuevos ricos, en general, la población ve con buenos ojos que sus vecinos puedan prosperar y disfrutar de ciertos lujos. Sin embargo, la mayoría sigue soñando con un futuro en el que también puedan disfrutar de una vida más cómoda y lujosa, aunque a menudo este sueño parezca lejano y difícil de alcanzar.