Aerovías Q, la aerolínea cubana que perteneció a Fulgencio Batista

Redacción

El Café Prado 12, ubicado en el emblemático Paseo del Prado de La Habana, es un lugar que no solo ofrece una experiencia culinaria única, sino que también es un portal hacia un pasado intrigante. Inaugurado en 2012, este café, parte de la cadena Habaguanex, tiene una historia que se entrelaza con la de la aerolínea cubana Aerovías Q.

El piso de la entrada del café, adornado con el logotipo de Aerovías Q, es un recordatorio de la rica historia del edificio. Este logotipo, que representa una “Q” con un ala, es un vestigio de la era en que la aerolínea operaba en este lugar. Aerovías Q fue fundada el 28 de septiembre de 1945 por Manuel Quevedo Jaureguízar y se mantuvo bajo su dirección hasta 1957. En ese año, la mayoría de las acciones fueron adquiridas por un representante de Fulgencio Batista, marcando un cambio significativo en la gestión de la aerolínea.

Entre los accionistas notables de Aerovías Q se encontraban figuras como el Coronel Francisco Tabernilla y Julio Iglesias de la Torre. Silito Tabernilla, hijo del Mayor General Francisco Tabernilla Dolz, jugó un papel crucial en la historia de la compañía. Su posición en la aerolínea y su alto rango militar le permitieron utilizar los recursos de los aeropuertos militares para actividades de contrabando.

Aerovías Q operaba inicialmente desde el aeropuerto de Columbia, cubriendo rutas nacionales hacia Nueva Gerona y otros destinos en Cuba. Con la adquisición de aviones DC-3 y Curtiss C-46, la aerolínea expandió sus operaciones a vuelos internacionales, incluyendo destinos en Florida y la ruta Mérida-Veracruz. La ruta Cayo Hueso-La Habana se convirtió en una de las más populares y esenciales para los cubanos.

La aerolínea se destacó por sus tarifas accesibles y su rentabilidad, atrayendo a un gran número de pasajeros. Sin embargo, con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, Aerovías Q cesó sus operaciones, marcando el fin de una era en la aviación cubana.

Hoy, el Café Prado 12 no solo sirve como un lugar de encuentro y disfrute para locales y turistas, sino también como un testigo silencioso de la historia de la aviación en Cuba, recordando a los visitantes la época en que Aerovías Q era una parte vital del transporte aéreo en la isla.