En Cuba, la situación económica actual ha llevado a una escalada de precios en los salones de belleza y barberías, afectando significativamente a millones de cubanos que luchan por llegar a fin de mes. Este fenómeno no puede entenderse sin considerar el contexto en el que se desarrolla: la mayoría de estos establecimientos operan en el sector privado o bajo arrendamiento al Estado, con precios máximos establecidos que no siempre se respetan.
La situación se ve exacerbada por el aumento generalizado de los precios en Cuba y la necesidad de importar casi todos los insumos y equipos, ya que la isla produce muy poco en términos de cosmética. Además, las tendencias de belleza y moda en redes sociales y en el extranjero influyen en las expectativas y demandas de los cubanos.
En 2010, los servicios de peluquería eran bastante accesibles, pero para 2019, los precios ya habían aumentado significativamente. En 2024, los costos han alcanzado niveles aún más altos. Por ejemplo, en las barberías más sencillas de La Habana, un corte de cabello masculino cuesta al menos 200 pesos, y 400 si incluye arreglo de barba. Los barberos justifican estos precios por la calidad y el tiempo invertido en cada cliente.
Para las mujeres, la situación es aún más complicada, con cortes y tratamientos que superan los 50 MLC, y los cortes más sencillos oscilan entre 500 y 1000 pesos. Esta disparidad económica excluye a una parte significativa de la sociedad que simplemente no puede pagar por estos servicios.
El fenómeno refleja una creciente disparidad económica en la isla y plantea la pregunta de cómo se espera que la población acceda a servicios de cuidado personal y belleza cuando los precios superan con creces los salarios estatales. En Cuba, la belleza no solo cansa, sino que también cuesta, y bastante.
