La creciente preocupación del pueblo cubano por el aumento de los precios del combustible y de servicios esenciales como el transporte, la electricidad y el gas licuado, se encuentra en marcado contraste con las declaraciones optimistas del presidente Miguel Díaz-Canel. Durante un recorrido reciente por Mayabeque, Díaz-Canel habló de la importancia de explicar a la ciudadanía las nuevas medidas económicas, que muchos temen que empeoren la ya difícil situación de las familias cubanas.
Díaz-Canel enfatizó la necesidad de escuchar a la población y recibir sus sugerencias sobre cómo mejorar las cosas. «En este debate popular queremos además que la población nos proponga sus puntos de vista de las cosas que hay que hacer, cómo hay que hacerlas, que más se puede perfeccionar», dijo. A pesar de la difícil situación, el presidente se mostró confiado en el futuro: «Aquí no hay pie para la rendición, no nos podemos rendir, y vamos a ganar y a vencer, y el 2024 tiene que ser mejor».
El mandatario también hizo un llamado a trabajar más para aumentar la producción de alimentos y, con ello, reducir los precios. «En la medida en que entonces vayamos ingresando más al Estado, habrá también un fondo de dinero para seguir subiendo los salarios, como hicimos ahora con educación y salud, pero para eso hay que producir», señaló.
Esta gira por las provincias parece ser un intento de Díaz-Canel por calmar el descontento popular tras el anuncio de un aumento en los precios e impuestos a servicios básicos. Durante una visita a Bahía Honda, en Artemisa, pidió «confianza en la manera en que el gobierno va a llevar las medidas», asegurando que se considerará a las personas más afectadas por las subidas de precios.
Sin embargo, estas medidas, que Díaz-Canel describe como necesarias para «ordenar la economía», han sido recibidas con escepticismo y preocupación por la población. Incluso los cubanos que anteriormente apoyaban al gobierno expresan ahora su descontento. «Están incitando a la manifestación. Yo soy fidelista y estaba 100% de acuerdo con la economía y la situación en tiempos de Fidel Castro, pero ya no está. El nuevo gobierno está llevando al pueblo contra la pared», comentó una mujer en la calle.
Con la entrada en vigor de las nuevas tarifas del combustible el 1 de febrero, y un mes después las del transporte interprovincial, la electricidad y el gas licuado, hay un temor generalizado de que los salarios y pensiones pierdan aún más valor. Este contexto de escasez, violencia y desesperanza
se agrava con la perspectiva de un empeoramiento de la situación económica.
El presidente Díaz-Canel, en su campaña propagandística, ha llamado a estas medidas «corregir distorsiones y reimpulsar la economía». Sin embargo, su optimismo contrasta con la realidad vivida por muchos cubanos, quienes ven estas medidas como otro golpe a su ya precaria situación económica.
El régimen cubano, año tras año, promete mejoras que no se materializan. En 2022, Díaz-Canel aseguró que 2023 sería un año mejor, basado en el trabajo «intensamente» de todos, incluyendo a los dirigentes. No obstante, el año pasado estuvo marcado por una serie de crisis, incluyendo inflación, escasez de alimentos, colapso de los servicios de salud, apagones, falta de combustible, y un aumento en la pobreza y la represión.
Incluso Esteban Lazo, presidente del Parlamento, admitió el estancamiento de la economía cubana durante una intervención en la Comisión de Asuntos Económicos. Reconoció que Cuba no lograría alcanzar el crecimiento financiero proyectado del 3% para el Producto Interno Bruto (PIB). «Señores, si usted coge esos dos datos se va a percatar que estamos estancados», concluyó Lazo.