La Gran Logia de Cuba, una institución masónica venerada, se encuentra sumida en una crisis interna tras el robo de 19,000 dólares, generando tensiones que llevan a la solicitud de renuncia del actual Gran Maestro, Mario Alberto Urquía Carreño. Este sorprendente suceso ha puesto en tela de juicio la integridad de la orden y ha provocado el descontento de miembros prominentes.
El dinero robado estaba destinado a salarios y actividades de un asilo de ancianos, una causa noble que ahora se ve ensombrecida por este incidente. La denuncia oficial se presentó en la estación policial de Zanja, en Centro Habana, marcando el inicio de una controversia que sacude los cimientos de la masonería cubana.
Urquía Carreño, en un intento de remediar la situación, se comprometió a reponer el monto sustraído. Sin embargo, su actuación ha sido cuestionada por los funcionarios de la Gran Logia, quienes consideran que su credibilidad está en entredicho. La presión para su renuncia se intensifica, ya que se argumenta que su permanencia en el cargo afecta la integridad de la orden.
La petición de renuncia ha sido respaldada por 18 funcionarios destacados de la Gran Logia, representando aproximadamente el 90% de los miembros. En una carta pública, expresaron su «extrema preocupación» y destacaron que la falta de prontitud del Gran Maestro para denunciar el robo mina la credibilidad de la masonería.
La crisis actual no solo amenaza la estabilidad de la Gran Logia de Cuba sino también la reputación de la masonería en el país. Urquía Carreño asumió el cargo de Gran Maestro en marzo de 2023, enfrentándose ahora a la presión de mantener la integridad de la orden en medio de desafíos significativos. La situación plantea interrogantes sobre el futuro de la masonería en Cuba y cómo esta venerada institución superará esta difícil prueba.