El Propietario del Bar K5 Comparte su Experiencia Brindando Alimento a Cubanos en Situación de Necesidad

Redacción

El dueño del bar K5, Hugo Puig González, se ha convertido en el protagonista de una historia conmovedora al compartir detalles sobre la iniciativa que llevó a cabo en su establecimiento, ofreciendo comida a cubanos necesitados en la víspera del 31 de diciembre. En sus propias palabras, la respuesta de la gente ha superado todas las expectativas, generando una ola de positividad que le hace vislumbrar un futuro donde la solidaridad será aún más contagiosa.

«Hasta ahora la respuesta de la gente ha sido increíble. La repercusión ha sido tan positiva que yo estoy seguro de que la próxima vez, el año que viene, el 31 o el 24 [de diciembre], va a haber cientos de cuentapropistas, cientos de restaurantes, cientos de cafeterías… que todo el que tenga algo lo va a compartir, cada uno a su nivel. Pero esto no es una cosa que yo crea, estoy seguro, porque me lo han dicho», compartió Puig González.

La motivación detrás de este gesto altruista surgió de la observación de la difícil situación económica que afecta a muchos, especialmente a los ancianos, niños y familias. Puig González relató cómo la idea tomó forma: «Venía manejando el carro con mi esposa y le digo, Lore, vamos a coger la pierna nuestra de cerdo, que de todas maneras solo somos tres nada más, y lo que nos sobre vamos a hacer comida para los viejitos, vamos a hacer una comida rica, como la nuestra.»

La noticia se propagó rápidamente en internet, alcanzando dimensiones inesperadas. La respuesta abrumadora llevó a Puig González y su equipo a replantearse la magnitud del evento. Sus trabajadores, movidos por la noble causa, se unieron al esfuerzo, incluso renunciando a su propia comida para garantizar que los más necesitados fueran atendidos adecuadamente.

El relato de Puig González resalta la gratificación que experimentaron al ver la alegría en los rostros de aquellos que fueron beneficiados: «Esto a mí me emociona. Y cuando les digo, pero ustedes… se van a quedar sin comer, me dijeron: ‘no, no, aquí los que tenían que comer hoy eran los viejitos’.

El cocinero, el chef, el principal, el que estuvo desde por la mañanita, el que preparó todo, tenía una sonrisa. Va para arriba y para abajo, con la sonrisa en la boca. Dice: ‘yo nunca en mi vida me he sentido mejor'». Este gesto de generosidad en el bar K5 no solo alimentó cuerpos, sino que tocó el alma de quienes participaron en este acto de bondad.