En La Habana, un hombre vestido de Santa Claus, con una gran bolsa roja al hombro, reparte dulces a los niños mientras recorre las calles de la ciudad. En una Cuba sumida en crisis, los padres se las ingenian para conseguir juguetes para sus hijos en Navidad. Un niño escribe una carta a Santa pidiendo varios regalos, incluyendo un carro control remoto y un teléfono.
Este Papá Noel, un actor de 54 años que prefiere mantener su identidad en secreto, busca crear ilusión en los niños. A pesar de la difícil situación económica, insiste en la importancia de mantener vivos los sueños. En Marianao, un barrio de La Habana, los niños se reúnen a su alrededor, emocionados por su presencia.
Lin Vania Alonso, una abuela de 49 años, recuerda cómo era la Navidad en su infancia, cuando los juguetes se distribuían a través de la libreta de abastecimiento. Cada niño recibía cupones para tres juguetes en junio, el Día del Niño. Lin lamenta que esos tiempos hayan pasado y que ahora los juguetes sean difíciles de conseguir.
Yanisleydi Alonso, de 22 años y madre de un niño de dos, se esfuerza por darle un regalo a su hijo, a pesar de las dificultades económicas. Las jugueterías estatales están vacías, y los padres recurren a las redes sociales y tiendas de regalos para encontrar juguetes, a menudo a precios inaccesibles para la mayoría de las familias cubanas.
Yulién Granados, un empresario de 35 años, decidió enfrentar este problema creando juguetes de madera durante la pandemia. Con su equipo, diseñó 19 modelos educativos que ahora comercializa. Estos juguetes, hechos en Cuba, son una alternativa a los costosos productos importados.
Granados, el “Gepetto isleño”, fabricó con herramientas y fierros viejos la máquina para cortar la madera de los juguetes. Su trabajo ha cambiado la percepción de los juguetes de madera en Cuba, ofreciendo una opción de calidad y accesible para los niños cubanos.
El espíritu navideño regresa lentamente a Cuba, donde el 25 de diciembre fue eliminado como día feriado en 1970 para impulsar la cosecha azucarera. En 1997, tras la visita del papa Juan Pablo II, se restableció como feriado. En medio de la crisis, los cubanos buscan mantener viva la magia de la Navidad para sus hijos.