En un trágico suceso que ha estremecido a la comunidad de Trinidad, Cuba, el pasado martes 19 de diciembre, Lisday Castañeda, una joven maestra primaria de 26 años y madre de dos niñas, fue brutalmente asesinada por su expareja. Este devastador acto, perpetrado con un arma blanca, ha dejado consternados a amigos, conocidos y a la sociedad en general. La víctima, quien contaba con una vida prometedora como educadora y madre, se convierte así en otro nombre en la escalofriante estadística de feminicidios que azota a Cuba.
El agresor, con antecedentes de violencia, fue detenido tras cometer el crimen, según informó el medio independiente Cubanet. La trágica pérdida de Lisday ha generado una oleada de dolor y conmoción en las redes sociales, donde amigos y conocidos expresaron su pesar, recordando a la joven con cariño y lamentando profundamente su partida.
Este cruel acontecimiento eleva a 85 el número de feminicidios registrados en Cuba en el año 2023, una cifra alarmante que ha sido respaldada por el Observatorio de Género Alas Tensas (OGAT). No obstante, el régimen cubano se ha visto en la necesidad de reconocer la creciente escalada de crímenes relacionados con la violencia de género en el país, aunque evita responsabilizarse y se muestra reticente a denominarlos como feminicidios.
La situación ha llevado al gobierno a proponer un Registro Administrativo Interoperable, una medida destinada a recopilar información en tiempo real sobre muertes violentas de mujeres y niñas por razones de género. La visibilidad de estos casos en medios independientes y redes sociales ha ejercido presión sobre la administración para implementar medidas eficaces que protejan a las mujeres cubanas de la violencia machista.
Ante este contexto, las demandas son claras y contundentes. Se exige la tipificación específica de los feminicidios, la creación de refugios para mujeres en peligro, la legalización del activismo y la promulgación de una Ley Integral contra la Violencia de Género. La sociedad cubana, conmovida por la tragedia de Lisday Castañeda y otras víctimas como Mayelín Rodríguez, Melani García Lorenzo y Yailén Matamoros Sánchez, clama por un cambio urgente y necesario en la lucha contra la violencia de género en la isla.
La pregunta que resuena es clara: ¿Cuántas vidas más deben perderse antes de que se tomen medidas efectivas para proteger a las mujeres cubanas?