Recientemente en Cuba, un incidente involucrando a un policía en estado de ebriedad ha causado controversia. Según reportes de la activista Michaela Días García, el oficial fue visto en la vía pública despojándose de su uniforme mientras estaba bajo la influencia del alcohol. El policía, aparentemente celebrando su libertad para seguir bebiendo sin el uniforme, se quedó en pantalón y pullover de civil, con su patrulla estacionada detrás.
Este suceso ha generado preguntas sobre la asignación de responsabilidades y prioridades dentro de la policía cubana. Mientras algunos oficiales se involucran en comportamientos inapropiados, otros parecen concentrarse en la vigilancia y el acoso a activistas, lo que plantea dudas sobre la efectividad y las prioridades de la fuerza policial en su papel de proteger a la sociedad.
Además, el incidente ha puesto en tela de juicio la formación y el profesionalismo de la policía cubana. Se ha destacado que, a pesar de recibir una educación limitada y sueldos relativamente altos, algunos oficiales no desempeñan sus funciones de manera adecuada. Este hecho subraya la necesidad de revisar y posiblemente reformar los criterios de selección y entrenamiento de la policía en Cuba.
El debate sobre la relación entre las fuerzas del orden y la dictadura en el país se ha intensificado a raíz de este incidente. Las preocupaciones sobre la corrupción y la falta de respuesta efectiva a los delitos graves se suman a las inquietudes existentes sobre la represión de la disidencia y la falta de transparencia en las operaciones policiales.
