El reconocido boxeador cubano Mario Kindelan, en un intento por obtener recursos financieros, ofreció vender su medalla de oro olímpica al boxeador británico Amir Khan, a quien había derrotado en la final de Atenas 2004. Sin embargo, en un gesto de gran generosidad, Amir Khan decidió regalarle el dinero necesario a Kindelan para que no tuviera que desprenderse de su preciada medalla.
Este conmovedor episodio fue capturado y compartido en las redes sociales, evidenciando la difícil situación que enfrentan muchos atletas cubanos de renombre, quienes, a pesar de haber alcanzado grandes logros para su país, se encuentran en precarias condiciones económicas.
Según relatos de periodistas, la necesidad de Kindelan de vender su medalla estaba motivada por el deseo de comprar una casa para su madre en Cuba. El boxeador Tony Jeffries, al compartir el video del emotivo encuentro entre Kindelan y Khan, destacó la tristeza y a la vez la grandeza del acto de Khan. Jeffries elogió a Kindelan como uno de los mejores boxeadores aficionados de todos los tiempos.
El periodista deportivo cubano Javier González también comentó el incidente, cuestionando a los deportistas cubanos sobre si consideran que este podría ser su futuro: abandonados por un régimen que no les proporciona lo necesario para envejecer con dignidad.
González describió cómo Amir Khan, al enterarse de la intención de Kindelan de vender su medalla de oro por $5000 para comprar una casa a su madre en Cuba, optó por donarle el dinero y persuadirlo de no vender su medalla. Este acto fue interpretado por González como una muestra de la superioridad del «deporte libre sobre el deporte esclavo», instando a los deportistas cubanos a reflexionar sobre su futuro en la isla.
Este incidente ha generado una amplia discusión sobre las condiciones de vida de los atletas en Cuba, especialmente aquellos que han alcanzado logros significativos pero que enfrentan dificultades económicas en sus años posteriores a la competencia.
