En la tranquila provincia de Artemisa, un pediatra cubano, identificado como Efrén Padrón, presuntamente habría perdido la vida este fin de semana en circunstancias sombrías en San Cristóbal.
El informe de Niover Licea revela que el doctor, quien retornó a Cuba después de cumplir una misión internacionalista, fue encontrado sin vida en las afueras de su hogar. La investigación sigue en curso, sin que se haya capturado al responsable. La comunidad lamenta la pérdida de alguien que dedicó su vida a salvar otras vidas.
En los comentarios de la publicación, una persona expresó su horror ante la noticia: “Anoche mi prima me lo dijo, por Dios, que horror, ya no se puede salir en Cuba a ninguna hora, ellos allá están que no viven con esto, todos los días es algo diferente.”
Este trágico incidente trae a la memoria un caso similar ocurrido en octubre pasado en Artemisa. En esa ocasión, el cuerpo sin vida de Carlos Mestres López fue hallado días después de que su familia reportara su desaparición.
Una fuente, que prefirió permanecer en el anonimato, compartió detalles perturbadores sobre el crimen: “Lo asesinaron para robarle sus prendas de oro, su moto, dinero y otras pertenencias”. La víctima, descrita como una persona adinerada dedicada al comercio de divisas extranjeras, fue encontrada en un campo, mostrando signos evidentes de violencia. Su cadáver, en estado deplorable, evidenciaba que había sido despojado incluso de su ropa.
Este escalofriante relato refleja la creciente preocupación por la seguridad en la región. La incertidumbre sobre los responsables de estos actos violentos añade un nivel adicional de inquietud entre los residentes, quienes se sienten vulnerables y consternados por la falta de seguridad en las calles cubanas.
Los trágicos sucesos, tanto el reciente asesinato del pediatra Efrén Padrón como el caso anterior de Carlos Mestres López, plantean interrogantes sobre la efectividad de las medidas de seguridad y la capacidad de las autoridades para abordar estos crímenes.
En un país donde la seguridad solía ser una garantía, la comunidad se enfrenta a una nueva realidad, donde salir a la calle implica riesgos desconocidos. Estos eventos exigen una respuesta urgente de las autoridades para restaurar la confianza y la seguridad en la vida cotidiana de los ciudadanos.