El viernes pasado, el Centro de Documentación de Prisiones Cubanas informó sobre la lamentable muerte de otro recluso cubano bajo la custodia del Estado. La denuncia señala que el joven Dayron Mena, de 29 años, falleció electrocutado en una zona de alto riesgo cerca del penal de Contramaestre, Santiago de Cuba, donde fue obligado a trabajar sin la capacitación y los medios adecuados.
Según el activista Eddy Mena, tío de la víctima, su sobrino perdió la vida el 28 de septiembre mientras realizaba tareas de chapeo. Este trágico incidente resalta las condiciones peligrosas a las que son sometidos los reclusos cubanos, sin la debida preparación ni medidas de seguridad.
El Centro de Documentación de Prisiones Cubanas, en una nota de denuncia, expresó su preocupación: “Con el deceso de Dayron Mena, ascienden a 12 los fallecimientos de reclusos registrados en 2023 por este Centro, un subregistro de las muertes bajo custodia estatal, accesible en una base de datos que actualizamos en tiempo real”.
El dolor no se detiene, ya que otro cubano, Joelvis Viscay Hernández, de 28 años, perdió la vida en circunstancias poco claras, aparentemente por suicidio por ahorcamiento, mientras estaba detenido en la unidad de Operaciones de Guantánamo, conocida como El Técnico.
Cubalex, una plataforma de asesoría legal, ha documentado al menos 23 muertes en custodia en las cárceles cubanas entre 2022 y 2023. La falta de claridad en las circunstancias de estos fallecimientos y la opacidad en el sistema penitenciario cubano generan indignación y exigen una revisión urgente.
Estos trágicos episodios revelan patrones alarmantes sobre las condiciones penitenciarias y el trato a los prisioneros en Cuba. La sociedad civil, organismos de derechos humanos y la opinión pública han expresado la necesidad urgente de atención y reforma en el sistema penitenciario cubano. La pregunta persiste: ¿Hasta cuándo continuarán estas tragedias sin respuesta?