En el mundo del espectáculo, las historias de reinventarse toman protagonismo, y la travesía de Alejandro Socorro desde actor hasta camionero en Estados Unidos no es una excepción. En una entrevista con Cubanet, Socorro compartió sus reflexiones sobre su nueva vida y expresó su preocupación por la situación en su Cuba natal.
Socorro, al recordar sus inicios en Estados Unidos, destacó que hubiera preferido llegar antes para dedicarse a estudios. Reveló su experiencia inicial como visitante con visa, pero las complejidades de la inmigración lo llevaron de regreso a La Habana. Más tarde, con residencia en México, tomó la decisión definitiva de establecerse en EE. UU., cruzando la frontera hace una década.
“Es duro. La vida de un inmigrante es dura, pero agradezco el cambio y las ayudas sociales que tuve al llegar a este gran país, que ya es mío también”, expresó Socorro, resaltando la diferencia cultural y la necesidad de renunciar a su profesión al llegar.
Socorro compartió sus diversas ocupaciones en suelo estadounidense, desde limpiar pisos hasta trabajar como mesero y conductor de Uber. Aunque reconoce la nostalgia y el arrepentimiento por no haber emigrado antes, se enorgullece de las oportunidades que ha encontrado en su nueva vida.
El actor, ahora camionero, reveló cómo ha convertido su empleo en una oportunidad para explorar Estados Unidos. “Manejo un camión. Soy el artista camionero. Te puedo enseñar en mi teléfono una pila de amistades que he hecho que son médicos, psicólogos y hasta dos o tres artistas que los he conocido en este empleo. Económicamente es bien pagado y lo he aprovechado de otras maneras”, afirmó Socorro.
En cuanto a su papel como padre, Socorro destacó la importancia de estar presente en la vida de su hijo y ser un buen padre, priorizando la familia sobre la fugacidad de la popularidad artística. Esta transformación revela no solo la versatilidad de Socorro sino también su enfoque en las prioridades más significativas de la vida.
En relación con su Cuba natal, Socorro compartió su tristeza al observar la realidad de su país en una reciente visita. “Miro a Cuba y me provoca mucha tristeza la gente, mi familia, mis amigos. No quiero sonar metatrancoso pero cuando fui la última vez miraba a las personas caminar sin rumbo, como zombis. No sé qué futuro pueden tener esas personas, qué planes. Cuba me produce mucha tristeza”, lamentó.