En un giro sorprendente de los acontecimientos, decenas de familias cubanas han encontrado refugio en los muros de una vieja termoeléctrica inactiva en la Bahía de La Habana, un escenario que pone de manifiesto la grave crisis habitacional y el descuido gubernamental en Cuba.
La termoeléctrica Frank País, cerrada en 2001 por el gobierno cubano, se ha convertido en un inesperado hogar para muchas familias. El Ministerio de la Industria Básica, ahora Ministerio de Energía y Minas, permitió que las personas ocuparan las ruinas de esta empresa estatal para responder a las necesidades habitacionales de la población, una decisión que transgrede normas elementales de seguridad y habitabilidad.
Las imágenes difundidas por la página de Facebook Naturaleza Secreta revelan la dura realidad de estas familias, incluidos niños, que viven en condiciones deplorables. Incluso un tanque ha sido transformado en vivienda, con espacios abiertos para puertas y ventanas. Este lugar, que debería estar destinado a otros fines, dada su condición de área natural protegida, se ha convertido en un testimonio de la desesperación y la falta de alternativas habitacionales.
La Central Termoeléctrica Frank País fue desactivada a principios de la década del 2000 debido a su tecnología obsoleta. Este caso no es único, ya que se repite en otras centrales cuyo estado actual de infraestructuras energéticas refleja un escenario crítico en el país.
La Ensenada de Tiscornia, donde se ubica la vieja termoeléctrica, es una área protegida y la única de la bahía de La Habana y de su cuenca. A pesar de las promesas gubernamentales de trabajar en su rehabilitación funcional, no se han concretado acciones, y la calidad de vida de quienes allí residen sigue deteriorándose.