Cuba y Estados Unidos están llevando a cabo una nueva ronda de conversaciones migratorias en La Habana, con el objetivo de revisar el cumplimiento de los acuerdos bilaterales en materia de migración. Este encuentro, que cuenta con la participación de aproximadamente quince representantes de distintos organismos cubanos y más de veinte de sus homólogos estadounidenses, es el cuarto de su tipo desde la llegada a la presidencia de Joe Biden.
Durante la presidencia de Donald Trump, estos contactos se habían interrumpido, pero ahora se han reanudado y se están abordando temas como migración, seguridad nacional y control de fronteras. Aunque no se ha llegado a un nuevo «deshielo» como el que se produjo bajo la administración de Barack Obama, la colaboración bilateral ha aumentado progresivamente en los últimos dos años.
En términos de migración, Estados Unidos ha ampliado sus servicios consulares en La Habana y ha cumplido con la emisión de los 20,000 visados acordados el año pasado, y se espera que este año se alcancen cifras similares. Por su parte, Cuba ha reanudado desde abril los vuelos de repatriación de migrantes cubanos que llegan a la frontera sur de Estados Unidos y son considerados «inadmisibles». Las devoluciones de quienes intentan cruzar el Estrecho de La Florida también se están llevando a cabo regularmente.
Este aumento de la cooperación ocurre en un momento de intensos flujos migratorios. Más de 52,000 cubanos han recibido el permiso parole para ingresar legalmente en Estados Unidos este año, y alrededor de 4,000 personas han sido devueltas a Cuba, la mayoría migrantes que intentaron llegar por vía marítima.
En 2022, más de 313,000 cubanos llegaron por tierra a Estados Unidos y varios miles más lo hicieron por mar, aunque la mayoría fueron devueltos. Además, la representación estadounidense en Cuba emitió más de 20,000 visados de no migrante.
El gobierno cubano argumenta que las sanciones impuestas por Estados Unidos son en gran medida responsables de la fuerte migración cubana hacia ese país. Además, critica lo que considera «incentivos» para la emigración, como la aceptación del argumento del «miedo creíble» y la Ley de Ajuste Cubano, que otorga residencia permanente a los cubanos después de un año de estancia en territorio estadounidense.
Cuba está atravesando una grave crisis económica, exacerbada por la pandemia, el endurecimiento de las sanciones estadounidenses y problemas internos en la política económica y monetaria. La escasez de productos básicos, la inflación galopante, la dolarización parcial de la economía y los frecuentes apagones han llevado a muchos cubanos a considerar la emigración como una opción ante la falta de perspectivas y la incertidumbre en el país.