El medio independiente 14ymedio recientemente arrojó luz sobre una práctica alarmante que se lleva a cabo en Cuba: la adquisición de restos humanos para rituales religiosos. Según el reportaje, algunos cubanos están dispuestos a pagar grandes sumas de dinero para obtener estos restos, y hay quienes se dedican a proveerlos, ya sea robándolos de cementerios o comprándolos a custodios.
Un practicante de la religión palo monte, conocido como palero, reveló al medio que un esqueleto completo puede alcanzar un precio de hasta 12 mil pesos en Moneda Nacional. Explicó que hay dos formas principales de obtener estos restos: «La primera es ir directamente al cementerio y sustraerlo. La segunda es contactar a otro palero que ya posea uno, ya sea porque él mismo lo robó del cementerio o porque lo adquirió de un custodio».
El palero también mencionó que cuando alguien necesita, por ejemplo, un cráneo, simplemente se acerca a sus contactos dentro de la comunidad religiosa o consulta con el custodio del cementerio. «Siempre hay una solución», aseguró.
El costo de estos restos varía según lo que se busque. Mientras que un fragmento pequeño puede costar alrededor de 1.000 pesos, un esqueleto completo puede oscilar entre 10.000 y 12.000 pesos. Además, el precio puede fluctuar según las circunstancias de la muerte o la enfermedad que sufrió la persona fallecida. Curiosamente, el palero mencionó que los huesos de personas de origen chino son especialmente valorados en sus rituales y, por lo tanto, tienen un precio más elevado.
Las redes sociales han sido testigo de múltiples denuncias relacionadas con la profanación de tumbas en diversos cementerios de la isla. El periódico oficialista Girón también ha reportado incidentes en la necrópolis de San Carlos Borromeo, donde se han registrado desde robos de objetos de las bóvedas hasta la profanación completa de las mismas con el objetivo de extraer huesos para fines religiosos.
María Esther Torres Ramírez, una ciudadana que recientemente enterró a su madre en el mencionado cementerio, compartió su experiencia traumática: «Al llegar a la bóveda, encontramos varias cajas abiertas y faltaban restos. Había huesos dispersos por todas partes. Parece que se llevaron las cabezas y las articulaciones». María Esther expresó su horror y desconcierto ante tal acto de crueldad y falta de respeto hacia los difuntos.