Mientras lavabas, podía ocurrir que, al desgastarse el jabón, descubrieras una cápsula escondida con un cupón premiado. La emoción te hacía voltear todo, ya que por unos pocos centavos, te habías ganado una Villa Jabón Candado. Este era el sueño de muchas mujeres, en su mayoría amas de casa, en la Cuba de las décadas de 1930, 1940 y 1950.
Este ingenioso sorteo era parte de una de las estrategias publicitarias más audaces y efectivas de la historia cubana. La firma Crusellas & Company, Inc., fundada por dos hermanos de origen catalán, escondía aleatoriamente en sus jabones una cápsula que podía ser canjeada por una vivienda. Esta táctica hacía que los consumidores prefirieran específicamente este jabón, esperando ser los afortunados.
Las casas, diseñadas con un estilo del Renacimiento Colonial Español, se entregaban completamente amuebladas, financiadas con las enormes ganancias de Crusellas. En la fachada, destacaba el letrero “Villa Jabón Candado”, una estrategia publicitaria duradera, ya que mientras la casa estuviera en pie, la publicidad permanecería.
Se estima que alrededor de cien Villas Jabón Candado se construyeron en toda Cuba durante los veinte años que duró esta campaña. Aunque el objetivo principal era impulsar las ventas, la campaña proporcionó hogares cómodos a muchas familias y se convirtió en un referente del marketing cubano.
Un dato curioso es que estas viviendas fueron pioneras en América en el uso de energía solar para calentar agua. A través de un sistema de tuberías en el techo, el agua se calentaba con el intenso sol cubano antes de ser utilizada en el hogar. Todo esto mucho antes de que la conservación de energía se popularizara en Estados Unidos y de que los calentadores solares se introdujeran en Cuba como una novedad.
Aunque otras marcas también sortearon propiedades, como el café Pilón, la campaña de Crusellas fue la más extensa y exitosa.
Hoy en día, muchas de las Villas Jabón Candado siguen en pie, conservando su diseño original. Sin embargo, algunas han sufrido modificaciones. A pesar de los cambios, todas conservan el emblemático símbolo de la cerradura y el letrero “Villa Jabón Candado”, recordatorio de una época en la que un simple jabón podía transformar vidas.