En el proceso de adelantar su caso de parole humanitario, Naya Cruz Fonseca, una joven cubana, se convirtió en víctima de un fraude. Tras su llegada a Estados Unidos, se encontró entre rejas cuando las autoridades de inmigración descubrieron la estafa. Tras una larga batalla legal con abogados expertos, ahora comparte su historia con el periodista Mario J. Pentón, con la esperanza de que sus compatriotas eviten caer en trampas similares.
Según el relato de Cruz Fonseca, su novio en Estados Unidos inició el proceso de parole para ella ya en enero. Sin embargo, después de esperar más de seis meses, decidieron «agilizar» el proceso a través de una supuesta abogada que ofrecía este tipo de servicios. Todo parecía ir bien, pues realizó su proceso de permiso de vuelo para viajar a Estados Unidos. En el aeropuerto de Cuba no tuvo ningún problema, pero al llegar al territorio estadounidense, se descubrió la falsedad del documento.
«Esta abogada afirmó que se encargaría de todo el proceso, y yo no tuve que hacer nada. En la aplicación CBP One, ella se ocupó de todo; solo tenía que enviarle mis datos. Al salir del aeropuerto de Holguín no hubo problema. Incluso antes de hacer el check-in, revisaron mi autorización de viaje y parecía que todo estaba en orden», comentó la cubana.
«El problema surgió al llegar a Estados Unidos en la sección de inmigración. Me pidieron el papel y me dirigieron a otra oficina. Allí, al ingresar mis datos en la computadora, no aparecía nada en el sistema. Me retuvieron mientras procesaban a los demás. Finalmente, me explicaron que mi documento era fraudulento. Me interrogaron y me detuvieron hasta la noche y luego me mandaron a un centro de detención federal».
De acuerdo con Cruz Fonseca, hubo una pregunta al finalizar el interrogatorio que probablemente la salvó y fue si tenía miedo de regresar a Cuba. Al contestar afirmativamente, los abogados que luego contrató pudieron desarrollar un caso de asilo político alegando persecución y miedo creíble si era deportada a su país.
Sobre su tiempo en la cárcel, recuerda que la «metieron en una celda, y solo me sacaban para hacer preguntas o firmar documentos. Al ver a un policía con esposas y grilletes, rompí a llorar desconsoladamente. Me decían que era parte del protocolo y que me llevarían a una cárcel federal para ver al juez de inmigración. Pasé dos noches en esa cárcel, rodeada de delincuentes. Una mujer frente a mi celda se golpeaba contra las paredes y gritaba constantemente. Fue aterrador. Luego me trasladaron a un centro de detención migratorio, donde estuve dos meses».
Según su abogado, el caso fue complejo y requirió mucho tiempo y dinero. «El caso fue complicado porque al ser acusada de fraude al ingresar a Estados Unidos, eso impide que alguien pueda obtener asilo. Tuvimos que luchar contra ese cargo, presentando evidencias y asistiendo a audiencias. Tras desestimar el cargo de fraude, tuvimos que persuadir a las autoridades para que me liberaran».
Una de las enseñanzas que enfatiza la joven cubana es que no se desesperen durante el proceso de parole, pues todo puede salir mal si buscan atajos. Al final le costó tiempo y más dinero. Aconseja a los beneficiados con la visa humanitaria que se fijen muy bien en la dirección de correo electrónico, a la cual les llega el autorizo de vuelo. Debe ser un correo oficial del gobierno de Estados Unidos, generalmente terminado en .gov, y no un Gmail.
Adicionalmente, destaca que usted siempre debe ser el que haga el proceso en la aplicación CBP One para escanear su rostro y obtener el permiso de vuelo. «Es imposible que alguien más lo haga por ti; tiene que ser en persona», explicó.
«Para aquellos que están esperando el parole humanitario, les pido paciencia. No intenten acelerar ningún proceso migratorio y sigan todos los pasos debidos. No se dejen llevar por mi amarga experiencia. Que les sirva de espejo», sentenció.