¿Le creemos? Díaz-Canel promete en televisión nacional rectificar los errores del mal llamado «ordenamiento monetario»

Redacción

Un gobierno perpetuo tiene la ventaja única de poder cometer fallos y corregirlos repetidamente. Esta es una característica que se ha observado en el «gobierno revolucionario» cubano, que ha estado en un ciclo constante de corrección desde sus inicios.

No fue sino hasta febrero de 1986, durante el tercer Congreso del Partido Comunista de Cuba, que el término «proceso de rectificación de errores» se consolidó en el lenguaje político cubano.

Desde ese momento, cometer y corregir errores se convirtió en una parte integral de la construcción del socialismo en Cuba, y por extensión, en una característica definitoria de los «auténticos revolucionarios», aquellos que no se guían por circunstancias políticas temporales, sino que buscan consolidar y mantener el poder.

Miguel Díaz-Canel se esfuerza por encarnar esta figura del «auténtico revolucionario», aunque muchos cubanos lo ven más como un líder designado que como uno legítimo. Se esfuerza por asegurar una «continuidad» que permita al régimen cubano continuar en este ciclo de corrección indefinidamente.

Con Cuba enfrentando una crisis sin paralelo, con dificultades desde la producción agrícola hasta la inflación galopante, Díaz-Canel se presentó ante el pueblo prometiendo correcciones en la política económica y otros aspectos.

Los medios estatales informaron que Díaz-Canel reconoció los fallos en las reformas recientes y prometió abordarlos rápidamente. También destacó la importancia de la autocrítica y la comunicación abierta con el pueblo.

Sin embargo, también recurrió a argumentos familiares para justificar la situación actual, como el embargo estadounidense y otras presiones internacionales.

El líder cubano enfatizó que su gobierno está activamente buscando soluciones y reconoció la complejidad de la economía. Pero, como dice el adagio, cometer errores es humano, corregirlos es sabio, pero estar en un ciclo constante de corrección es indicativo de una falta de aprendizaje o de rendición de cuentas.

La rendición de cuentas es esencial en una democracia para mantener el poder en cheque. No se trata solo de admitir errores, sino de asumir responsabilidad. Esta es una lección que los líderes cubanos, en su búsqueda de perpetuar el poder, parecen no comprender.

Salvador Dalí una vez dijo: «No busques la perfección, nunca la lograrás». Una reflexión que Díaz-Canel podría considerar en su papel como líder de Cuba.