El padre de Luis Alejandro Llerena Martínez, el valiente bombero que perdió la vida en el colapso de un edificio en La Habana Vieja, reside en otra construcción, también considerada no apta para habitar, situada a tan solo 800 metros del trágico lugar.
Mario Vallejo, reportero de Univisión, difundió en su cuenta de Facebook fotografías proporcionadas por un habitante del inmueble situado en la calle Refugio 60, entre Morro y Zulueta, justo frente a la histórica fábrica de tabaco La Corona, donde actualmente el gobierno planea erigir un hotel.
«Recibo esta denuncia desde el corazón de la tragedia, y es un claro reflejo de las condiciones en las que viven incontables familias en Cuba», expresó Vallejo.
De acuerdo con la información proporcionada, la edificación ha sido considerada no apta para vivir desde 1959, y es en ese lugar donde el padre del desafortunado bombero encuentra refugio.
Las imágenes evidencian el avanzado estado de deterioro del edificio, con pavimentos dañados, muros agrietados y techos que, en algunos puntos, revelan las vigas, mientras que en otros, parecen estar a punto de ceder.
El informante subraya que el estado interno del inmueble es tan malo o peor que el del edificio que colapsó.
La comunidad ha estado inquieta; a lo largo de los años, han realizado múltiples trámites ante las entidades pertinentes, como lo demuestran los documentos remitidos al periodista, entre los que se incluye un informe técnico que certifica la condición del edificio. Además, cuentan con un caso pendiente en la sección de atención ciudadana de la Dirección Municipal de Vivienda.
«Nos han dejado en el olvido. Llevamos años luchando por una solución, pero no hemos obtenido respuesta», enfatizó el denunciante.
Recientemente, un residente de la calle Lamparilla, en La Habana Vieja, señaló que el reciente derrumbe de un edificio de viviendas podría haberse prevenido si las autoridades hubieran atendido las reiteradas solicitudes de auxilio de los habitantes.
«Estaba claro que iba a colapsar. Fui yo quien advirtió a todos hace cinco meses sobre el inminente derrumbe», comentó el ciudadano a Martí Noticias, optando por mantener su identidad en reserva.
Los residentes del edificio afectado estaban al tanto del riesgo, pero no desalojaron sus hogares al no tener otro lugar donde ir. En total, 54 personas, distribuidas en 13 familias, habitaban allí.
El desplome resultó en la muerte de tres individuos: Ramón Páez Frómeta, un residente de 79 años, y dos bomberos, Luis Alejandro Llerena Martínez, de 23 años, y Yoandra Suárez López, de 40. Ambos bomberos fueron sepultados con honores en el Panteón de los Bomberos del Cementerio de Colón.