El anuncio del Gobierno cubano sobre la inminente crisis de combustible en el país no parece ser coincidencia, especialmente después de que se supo que México, su segundo proveedor de petróleo en meses recientes, ya no proporcionará combustible gratuitamente a Cuba, y que ahora La Habana deberá pagar por él.
Esta información fue revelada por la secretaria de Relaciones Exteriores de México, Alicia Bárcena, durante una entrevista en el contexto de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, celebrada el 18 y 19 de septiembre. Pocos días después, el 21 de septiembre, se llevó a cabo una reunión especial del Consejo de Ministros en La Habana, donde Manuel Marrero presentó la Instrucción Nro.3 de 2023, en respuesta a la “situación actual del país”, lo que la administración local ha denominado “la contingencia”.
Vicente de la O Levy, ministro de Energía y Minas de Cuba, explicó que la escasez de combustible, que resultará en déficits diarios de energía y afectará el transporte, educación y trabajo, se debe a proveedores que no han cumplido con sus contratos. Sin embargo, aseguró que la situación mejorará en octubre.
DIARIO DE CUBA conversó con Jorge Piñón, experto del Instituto de Energía de la Universidad de Texas, quien detalló la crisis de suministro que enfrenta Cuba, comparable solo a la que ocurrió tras el cese del suministro de petróleo de la URSS en los años 90. Piñón señaló a Venezuela, México y Rusia como los principales proveedores de combustible de la Isla.
A pesar de un acuerdo previo con Rusia, parece que los envíos de petróleo se han detenido, esperando garantías de pago. En cuanto a México, la relación política entre López Obrador y Díaz-Canel no ha sido suficiente para asegurar el suministro continuo de combustible a Cuba, especialmente dada la situación económica de Pemex.
Piñón también mencionó que los envíos de petróleo gratuitos podrían haberse reducido o detenido debido al alto precio del barril de petróleo. Además, señaló que Venezuela ha reducido sus exportaciones a Cuba debido a problemas internos.
La demanda de combustible en Cuba es alta, y aunque el país produce una parte, depende en gran medida de las importaciones. Las refinerías cubanas también enfrentan problemas, lo que agrava la situación.
La crisis energética en Cuba es tan grave que cualquier evento inesperado podría empeorarla. Sin un nuevo aliado que proporcione petróleo gratuitamente, como lo hicieron anteriormente la URSS, Venezuela y México, surge la pregunta: ¿quién ayudará a Cuba? ¿Optará el Gobierno por invertir en infraestructura energética en lugar de turismo?
Sea como sea, resolver esta crisis requerirá tiempo y recursos, y parece que el Gobierno cubano está más dispuesto a pedir sacrificios a su población que a buscar soluciones a largo plazo.