La relación entre la música, la política y la identidad cubana ha sido un tema recurrente en la historia reciente de Cuba. En este contexto, dos figuras públicas, Alex Otaola y Lenier Mesa, han protagonizado un enfrentamiento mediático que ha capturado la atención de la diáspora cubana y de aquellos interesados en la cultura y la política de la isla.
Recientemente, durante un concierto en Orlando, el músico Lenier Mesa y El Yonki expresaron su descontento hacia Alex Otaola, un influencer y presentador cubano conocido por su programa «El Mañanero». En medio de su presentación, Mesa incitó al público a gritar consignas contra Otaola y el presidente cubano Díaz-Canel. Esta acción no solo refleja las tensiones políticas que existen entre los artistas y figuras públicas cubanas, sino también la complejidad de las relaciones entre aquellos que viven en la isla y los que han emigrado.
Otaola, en respuesta a las acciones de Mesa, afirmó que tales manifestaciones no le afectan negativamente. Por el contrario, considera que incrementan su popularidad y le dan más visibilidad. Según el presentador, el hecho de que artistas como Mesa mencionen su nombre, incluso en un contexto negativo, contribuye a que más personas conozcan su trabajo y lo sigan.
“Lenier, a mí realmente no me ofende, me lo mandó la misma gente que estaba allí, no me preocupa, no me afecta, por el contrario, me haces popular, hablas de mí, haces que la gente coree mi nombre aun para odiarme”, dijo el presentador.
El trasfondo de esta controversia va más allá de un simple desacuerdo entre dos figuras públicas. Lenier Mesa ha sido objeto de críticas por parte de la comunidad cubana en el exterior debido a sus recientes viajes a Cuba y su aparente apoyo al régimen cubano. Durante el concierto, Mesa defendió su derecho a viajar a la isla y afirmó que lo hace porque es cubano, no por simpatía hacia el gobierno.
Otaola, por su parte, ha insinuado que detrás de las acciones y declaraciones de artistas como Mesa hay influencias más grandes. Según el presentador, el pintor Michel Mirabal, supuestamente vinculado con la dictadura cubana, estaría orquestando una campaña para desviar la atención de las acciones del gobierno y poner el foco en los artistas. Esta acusación refleja la profunda desconfianza y las tensiones que existen entre diferentes sectores de la comunidad cubana.