En una decisión que ha conmocionado a la comunidad católica en Camagüey, el gobierno cubano ha prohibido la tradicional procesión nocturna en honor a la Virgen de la Caridad en la localidad de Esmeralda. El sacerdote Alberto Reyes, afectado profundamente por esta medida, expresó su indignación y llamó la atención sobre la creciente interferencia gubernamental en las actividades religiosas.
La procesión de la Virgen de la Caridad es una parte fundamental de la novena que celebra a la patrona de Cuba. Cada año, esta celebración culmina con una misa solemne seguida de la procesión, donde los fieles católicos acompañan la imagen de la Virgen con sus oraciones y cánticos.
Sin embargo, el sacerdote Alberto Reyes, a través de sus redes sociales, informó a la comunidad sobre la determinación inapelable de las autoridades comunistas de prohibir esta histórica procesión nocturna. En su lugar, han reprogramado el evento para las 6:00 p.m., a pesar de que las condiciones climáticas a esa hora no son las más adecuadas para una caminata religiosa.
En palabras del sacerdote, “Mi idea, la del consejo parroquial y la de la comunidad cristiana de Esmeralda era celebrar la misa en la noche y luego salir en procesión. Pero no podrá ser así, porque la decisión inapelable del único Partido que existe en este país ha dicho que no”.
Esta prohibición no es un hecho aislado. Representa un ejemplo más de la constante interferencia gubernamental en las actividades religiosas y el control meticuloso ejercido sobre ellas en Cuba. Además, llega en un momento crítico para el país, donde la escasez de alimentos, medicamentos y combustible afecta la vida cotidiana de los ciudadanos.
A pesar de la prohibición, el sacerdote Alberto Reyes ha anunciado su firme decisión de llevar a cabo la procesión. Su determinación se basa en la necesidad de orar por la prosperidad y la libertad del pueblo cubano en estos tiempos difíciles. Asimismo, ha instado a la reflexión sobre el poder y la responsabilidad de quienes gobiernan, destacando el papel de la iglesia como refugio de protección en momentos de adversidad.
En sus propias palabras, el sacerdote declaró: “Rezaremos por ellos y por todos aquellos que les permiten mantener estiradas las sogas, aunque padecen las mismas penurias, y viven los mismos miedos. Rezaremos por ellos para recordarles lo que ya saben: que cuando todo esto termine (y es cierto que terminará), esta Iglesia a la que hoy persiguen será tal vez la única que los proteja de la violencia y de la venganza, la única que los trate como seres humanos que son, la única que los mire con misericordia”.
Las palabras valientes del sacerdote Alberto Reyes han recibido el respaldo y la solidaridad de numerosos fieles devotos de la Virgen de la Caridad. Uno de ellos, Marta Conde Molina, expresó: “Viva la Virgen y viva nuestro pueblo cubano, estaré en oración por usted, padre Alberto. Que la Virgen lo proteja. Gracias siempre por sus palabras que encierran toda una verdad”.