Hoy están cumpliendo años los actores cubanos Luisa María y Héctor Jiménez ¡Aquí te contamos mucho que no sabes sobre su vida!

Redacción

Hoy celebran su cumpleaños los hermanos y actores cubanos Luisa María Jiménez y Héctor Jiménez. A sus 61 años, el talento fluye en abundancia, y sin lugar a dudas, forman parte de los actores más queridos y populares en Cuba. La sangre que comparten no solo les une como hermanos, sino que también alimenta su gran pasión por los escenarios. ¡Feliz cumpleaños!

Luisa María Jiménez, la inmortal Tojosa, a sus 58 años, sigue irradiando la misma sensualidad, belleza y asombroso talento que la han acompañado a lo largo de las décadas. Ha dejado una huella profunda en la escena artística, convirtiéndola en una de las artistas más admiradas por el público cubano. Por otro lado, su hermano Néstor es recordado por miles de cubanos por sus participaciones en televisión, especialmente en el programa “Para bailar” de la década de 1970, que lo catapultó a la fama. Sin embargo, su consagración definitiva llegó con su interpretación de “El Chino” en la película cubana “Zafiros, locura azul”.

Nacidos en la villa de Trinidad, provincia de Sancti Spíritus, en 1962, llegaron a este mundo con una inclinación innata hacia la actuación. Desde muy temprana edad, ambos hermanos supieron que sus vidas estarían ligadas al arte.

Luisa María comenzó a explorar su vocación al tomar clases de danza y folclore yoruba, latinoamericano y europeo. Su amor por el baile la llevó a la Escuela Nacional de Arte en La Habana, y posteriormente, al Instituto Superior de Arte. Con sus títulos en mano, se unió al grupo de teatro Bertolt Brecht, con sede en el Teatro Mella. En este espacio, compartió el escenario con figuras destacadas de la época y absorbió conocimientos de actores influyentes como Luis Alberto García (padre), Litico Rodríguez, Samuel Claxton, René de la Cruz, Mario Balmaseda, Elvira Enríquez, Liliam Llerena, Idalia Anreus, entre otros.

Su carisma y talento le ganaron la confianza de los directores, quienes comenzaron a considerarla para sus obras teatrales y le ofrecieron sus primeros roles protagónicos. Así, surgieron sus destacadas interpretaciones en obras como “Rampa arriba, Rampa abajo”, “La boda de los pequeños burgueses”, “Mar nuestro”, “La barbacoa” y “Humboldt y Bolívar”.

Su indiscutible belleza también la llevó a ser modelo de la prestigiosa casa de modas cubana La Maison, bajo la dirección de Norka Méndez, quien llevó la moda cubana a Europa, logrando que Luisa María desfilara en la icónica Casa Chanel con un traje de miliciana, dejando a todos boquiabiertos.

Durante tres años, se alejó de la actuación y el mundo de la moda se convirtió en su prioridad. Sin embargo, el teatro finalmente recuperó su lugar preeminente en su vida, poniendo fin a su etapa como modelo.

Luego, dio el salto a la televisión, donde sus primeros pasos fueron impactantes, protagonizando un teleteatro junto al renombrado Enrique Santiesteban. Aunque la obra nunca llegó a ser filmada, al menos no con su participación. Durante este período, estaba ensayando en el teatro para la puesta en escena de “Humboldt y Bolívar” con Mario Balmaseda. A pesar de su puntualidad en los ensayos, sufrió su primera tardanza y fue reprendida por el director Silvano Suárez.

Sin embargo, como dicen, lo que sucede, conviene, y lo que es para uno, nadie se lo quita.

De esta forma, decidida a seguir probando suerte, se presentó a un casting para la telenovela “Sol de Batey”. Sin embargo, le dijeron que su piel era demasiado clara para el papel y que necesitaban a alguien con una piel más oscura.

Luisa María, anticipando que ese papel marcaría su vida, explicó al director Roberto Garriga que podría broncear su piel al sol hasta alcanzar el tono deseado, pero le rogó que la dejara hacer la prueba.

Después de ensayar, Garriga le indicó: “Párate frente a la cámara e imagina que estás frente a Liberato”. Afortunadamente, en un momento en que sentía que se estaban agotando sus recursos, el director detuvo la escena y le dijo: “Me convenciste, eres la Tojosa”… y así, en 1985, llegó el papel de su vida.

Con el tiempo, y aunque quizás no en el mismo nivel, también llegó la telenovela “Tierra Brava”, donde tuvo uno de los papeles coprotagónicos, interpretando a la niña Lala, lo que la devolvió al centro de atención del público cubano.

Para ella, el mundo del cine ha sido como un amor platónico, un amor complicado. Al principio, no consideraba que fuera para ella, y solo se permitía un pequeño espacio en el que aparecía en películas como una más.

Su primer papel protagónico en el cine fue como Rosa la China, una extranjera en medio de un tema cubano. Una historia de pasiones junto al actor español Juan Luis Galiardo. En ese momento, trabajaba arduamente, ya que coincidió con su tiempo en la serie televisiva “Salir de Noche”, donde interpretaba a una madura modelo de pasarela. Trabajaba 24 horas al día, sumergiéndose en un papel y luego en otro muy diferente. La actuación como Rosa la China la llevó a ser parte del festival de cine de Venecia.

En 2013, enfrentó el momento más difícil de su vida, o el más cercano a la muerte. Pero logró superarlo… renació como un fénix y regresó a la vida cuando su salud estaba tan frágil que parecía decir adiós. Pero aquí está, viviendo su segunda vida y sabiendo que los 58 años que celebra hoy son solo otro capítulo para demostrar que venció a la adversidad y sigue siendo la Tojosa de siempre.

De manera similar, Néstor comenzó en un grupo de teatro aficionado en su ciudad natal, y llegó incluso a ganar premios en el conocido Festival Nacional, lo que le permitió viajar a La Habana y presentar su obra en la sala Hubert de Blanck. Un sueño hecho realidad para un niño que aún estaba en la etapa preuniversitaria.

Atrapado por la pasión por la actuación y lleno de fantasías y sueños, viajó a la capital cubana después de ser seleccionado a los 17 años para estudiar en la Escuela Nacional de Arte, especializándose en Artes Escénicas.

Gracias a su inmenso talento, tuvo la gran suerte de ser elegido para conducir el programa juvenil de televisión que marcó una era en Cuba a fines de los años 70: “Para bailar”. Los productores buscaban jóvenes como él, llenos de humor, frescura y conocimientos de actuación, entre otros atributos. En este programa, compartió protagonismo con excelentes actores que también estaban comenzando a destacar en el mundo del arte, como Alberto Pujols, Salvador Blanco, Lily Rentería y Cary Ravelo. Para muchos de los que disfrutaron de este espacio, Néstor, Albertico y Cary sobresalían por su persistencia y habilidad para asumir cualquier género con éxito.

Sin embargo, su papel más significativo, sin lugar a dudas, no fue en la pantalla chica, sino en el cine, cuando dio vida a ‘El Chino’ en la película cubana ‘Zafiros, locura azul’, que finalmente lo consagró entre el público de la Isla. Supo capturar a la perfección toda la angustia, complejidad y contradicciones que envolvieron la vida de este destacado cantante, posiblemente uno de los más legendarios en la música cubana.

Con el paso del tiempo, aunque tal vez no al mismo nivel, también llegó la telenovela “Tierra Brava”, en la que tuvo uno de los papeles coprotagónicos, interpretando al niño Lala. Este papel le devolvió la atención del público cubano.

Aunque afirma que prefiere el mundo del cine, dice que disfruta mucho el teatro porque “lo lleva en la sangre”, aunque ya no suba al escenario con tanta frecuencia.

Se describe a sí mismo como un actor de método, “absolutamente stanislavskiano”, sobre todo porque recibió formación de profesores soviéticos mientras estudiaba en el ISA.

Para elegir un personaje, necesita que lo conmueva desde el momento en que lee el guión. Siempre busca las aristas que le permitan darle sus propios matices.

Sin embargo, también admite que no siempre está convencido con todos los personajes que interpreta, pero los asume porque “tiene que vivir y no puede darse el lujo de rechazar oportunidades”. Aunque ha dejado en claro en varias ocasiones que tampoco acepta todo lo que le proponen.

“Hago lo que hago porque amo mucho mi profesión. No me avergüenzo de nada de lo que he hecho. La gente me saluda en la calle con cariño, afecto y respeto. Se acercan con gratitud, reconociendo que si estoy presente, vale la pena verlo, y eso es lo importante”, expresó Néstor en una entrevista hace algunos años.