La reciente implementación de la «bancarización» por parte del régimen castrista en Cuba ha dado lugar a analogías históricas y a inquietudes acerca de la economía del país.
Esta medida, cuyo propósito es reducir la circulación de efectivo y ejercer un mayor control sobre las transacciones, ha generado controversias y conjeturas sobre sus auténticos objetivos.
Un artículo publicado por Roberto Álvarez Quiñones en el Diario de Cuba examina la situación. Tal como expone, una de las razones detrás de esta decisión es la carencia de recursos incluso para imprimir billetes.
El presidente del Banco Central de Cuba, Joaquín Alonso, ha compartido que la intención de la bancarización es redirigir la divisa empleada en la producción de dinero físico hacia otras prioridades nacionales.
«Los fondos utilizados en la producción de moneda física pueden ser dirigidos hacia otras necesidades prioritarias del país», señaló.
Por su parte, Orlando López Garcés, presidente del Banco Metropolitano, ha afirmado que las restricciones en los retiros de efectivo «se deben a asuntos logísticos (…) Cuando los clientes superan un límite específico, el banco solicita por favor que se brinde la oportunidad de organizar dicha logística».
No obstante, la carestía de efectivo podría relacionarse con la insuficiencia de fondos del gobierno para imprimir nuevos billetes. Esta situación se agrava debido a la falta de reemplazo de billetes deteriorados, lo cual afecta la fluidez del dinero en la economía cubana.
Este panorama financiero y la carencia de liquidez podrían acarrear serias consecuencias para el régimen, con repercusiones económicas aún más profundas.
El valor del dólar en el mercado negro alcanzó un récord histórico el miércoles pasado, llegando a los 250 pesos en moneda nacional.
Mientras tanto, los cubanos están llegando al punto de vender sus propias monedas nacionales por transacciones debido a la escasez de efectivo.