La regulación que dio origen a la creación de las micro, pequeñas y medianas empresas privadas (MiPymes) en Cuba cumple dos años en medio de un torrente de críticas, una crisis económica profunda y políticas que restringen su operatividad.
Estas nuevas compañías emergieron en el escenario de la tradicionalmente centralizada economía cubana apenas un mes después de las masivas manifestaciones antigubernamentales del 11 de julio de 2021.
De acuerdo con la prensa oficialista, cerca del 50 % de las empresas no son propiedad estatal y se han inscrito más de 8.000 en dos años. El sector da empleo a más del 15 % de la fuerza laboral del país y contribuye con casi el 14 % del Producto Interno Bruto, según cifras oficiales.
Sin embargo, su recorrido en este breve período ha sido desafiante y lleno de controversias.
Los críticos las responsabilizan por la creciente inflación del país debido a los altos precios que presentan los productos, como un cartón de leche que puede costar hasta la mitad de un salario promedio. Además, la oposición las acusa de tener vínculos con el Partido Comunista (PCC), el único partido legal, y de simular una apertura ficticia del mercado.
El propio presidente, Miguel Díaz-Canel, subrayó estas críticas durante la clausura de las sesiones parlamentarias en julio pasado.
«(…) Nos atacan sembrando matrices de ingobernabilidad (…) A ese propósito aportan algunos desde las posiciones más extremas: desde la derecha convocando a privatizarlo todo, y al cambio de sistema, y también desde una supuesta izquierda demonizando cualquier espacio al mercado», declaró el mandatario.
IMPORTACIONES EN DÓLARES
Ricardo Herrero, director ejecutivo del Grupo de Estudio Cuba, una organización con sede en Estados Unidos que apoya la formación de emprendedores en la isla, considera que parte de estas críticas tienen una perspectiva «limitada».
Sobre los costos de los productos, argumenta que los cubanos se han acostumbrado a «precios fuertemente subvencionados, alejados de la dinámica del mercado» desde la prohibición del sector privado en los años sesenta.
«No se imaginaron (los detractores) que a los dos años el sector privado sería lo único que funciona bien en la economía cubana. Con todas las distorsiones que enfrenta, este sector es el único que está poniendo comida en las tiendas y en los platos de la gente», subraya en una entrevista con EFE.
Una de estas distorsiones se encuentra en el mercado de divisas de Cuba, donde existen tres tipos de cambio.
En el mercado informal ampliamente presente, al cual las micro y medianas empresas deben acudir para comprar divisas para importar sus productos, el valor del dólar estadounidense pasó de 135 pesos cubanos a 250 pesos en el último año.
Camilo Condis, socio de la empresa Lucendi, especializada en instalaciones eléctricas y energía renovable, se queja de esta situación en una entrevista con EFE.
«El Gobierno no nos permite hacer ventas en dólares para mantener un precio estable (…) No tenemos incentivos fiscales, no tenemos créditos bancarios, no tenemos ningún tipo de apoyo gubernamental o de instituciones financieras dentro o fuera del país que nos permitan, digamos, crear una planta de producción. Por lo tanto, no nos queda más remedio que importar», enfatiza.
REGULACIONES QUE AHOGAN
En semanas recientes, el Gobierno anunció medidas para impulsar la adopción bancaria en Cuba, donde el efectivo sigue siendo dominante.
Entre las nuevas normativas que entrarán en vigencia en seis meses se incluye un límite de 5.000 pesos (alrededor de 40 dólares según el tipo de cambio oficial) en las transacciones entre empresas.
Para el economista cubano Omar Everleny, la idea de bancarización es válida pero mal ejecutada.
«Las mipymes no son las responsables de la falta de liquidez (…) No puedes limitar los retiros de una tarjeta bancaria a solo 5.000 pesos diarios en un país donde un litro de leche cuesta 2.000 pesos», agrega en una entrevista con EFE.
David Roque, propietario junto a su pareja Diana Figueroa del restaurante Jíbaro en La Habana Vieja, coincide en esto.
Él, como otros en el sector de la hostelería, ha experimentado cómo las mipymes han facilitado la obtención de productos. No obstante, le gustaría contar, como plantea Condis, con más apoyo.
«No existe un mecanismo para que un cubano emprendedor pueda acceder a financiamiento en el exterior y el sistema bancario (del país) no puede manejar este tipo de préstamos», comenta.
A estas dificultades se suma la carga fiscal.
El Gobierno ha eliminado la exención de impuestos en el primer año para las mipymes, que deben pagar un 35 % sobre las ganancias y un 20 % sobre los beneficios de los socios, explica Condis.
EL ROL DE ESTADOS UNIDOS
Según Ricardo Herrero, Estados Unidos ha perdido una oportunidad importante para potenciar el incipiente sector privado en un contexto en el que el Estado cubano se acerca a Rusia y China.
Ante las críticas de algunos sectores de la disidencia de que no se debe respaldar el emprendimiento mientras Cuba no democratice, Herrero asegura que ambas cosas no son mutuamente excluyentes.
Insiste en que se puede promover el sector privado mientras «se sigue presionando para que el Gobierno cubano libere a los presos políticos (tras las protestas del 11J) y reconozca los derechos políticos de los ciudadanos».