En un llamado a la reflexión sobre la identidad y el reconocimiento nacional, el humorista Ulises Toirac ha expresado su opinión acerca de Leinier Domínguez, el ajedrecista cubano que, a pesar de su nacionalización estadounidense, merece el aplauso y el respeto en su tierra natal.
Toirac utilizó su plataforma en Facebook para cuestionar el silencio de las autoridades cubanas ante los notables logros del Gran Maestro en el mundo del ajedrez. En su reciente participación en la Copa del Mundo de Ajedrez, Domínguez alcanzó una destacada posición entre los ocho primeros competidores.
El humorista destacó que es un error considerar cubano únicamente a aquellos que siguen la opinión oficial del gobierno y residen en Cuba. Según su perspectiva, esta perspectiva excluyente es perjudicial para la nacionalidad y la identidad de Cuba en su conjunto.
En palabras de Toirac: “Este error, que involucra a miles de cubanos, es costoso para la nacionalidad misma, para la patria toda y es doblemente erróneo cuando sacrifica altísimos exponentes de la espiritualidad, inteligencia, habilidades y logros destacables en cualquier campo. Porque al final de los finales para entender lo que somos como Nación hay que incluirnos a todos. Estemos donde estemos y sea cual sea nuestra ideología.”
El humorista recalca la importancia de no privar a ningún cubano de sus raíces, a menos que hayan cometido crímenes probados. Sin embargo, incluso en esos casos, sugiere que la identidad cubana no debería ser eliminada.
Toirac reconoce la hazaña de Domínguez al quedar en la octava posición en el Mundial de Ajedrez, una hazaña solo superada por el legendario José Raúl Capablanca. A pesar de la nacionalización estadounidense, el ajedrecista sigue llevando consigo su origen cubano y sus logros deberían ser celebrados en su tierra natal.
El humorista hace un llamado a la reflexión: “¿Qué más necesita para ser aplaudido, enaltecido y apoyado como nación? ¿Opinar igual? ‘Honrar honra’, dijo el más grande de todos los cubanos. Atengámonos a su prédica.”
La voz de Ulises Toirac resuena como un recordatorio de que la identidad cubana es rica y diversa, trascendiendo fronteras y opiniones. Es un llamado a valorar los logros y contribuciones de aquellos que llevan el nombre de Cuba con honor, independientemente de dónde residan o de su ideología.