Un youtuber procedente de Perú decidió viajar a Cuba y quedó impactado por la severa escasez en las tiendas y las dificultades para acceder a una alimentación adecuada.
Mauricio Carvajal, un influencer peruano conocido por su canal «Pasaje en mano», buscó una experiencia turística poco convencional: optó por alejarse del típico turismo de sol y playa y adentrarse en la rutina diaria de los cubanos.
Su sorpresa fue enorme cuando se dio cuenta de que el régimen cubano hace esfuerzos para ocultar la dura realidad del país, donde el acceso a la alimentación se ha convertido en un privilegio para unos pocos.
«El cubano no puede cocinar lo que quiera, sino lo que pueda encontrar en el mercado», declaró el peruano, tratando de describir el complejo sistema de adquisición de alimentos en la isla.
Tal vez, debido a que la mayoría de los extranjeros tienden a quedarse en su propia burbuja y se dedican a recorrer «playa tras playa y hotel tras hotel», no logran comprender plenamente la realidad que vivió este viajero peruano.
Mauricio Carvajal visitó los mercados (las tiendas en MLC) y constató que los cubanos se ven obligados a pagar precios elevados en dólares tanto por productos manufacturados en el país como por productos importados.
No obstante, la cuestión de tener que adquirir productos nacionales con moneda extranjera no fue el único aspecto sorprendente para el turista, ya que también quedó impresionado por la restricción de comprar en efectivo en las tiendas que ofrecen una mayor variedad de productos.
Numerosos visitantes extranjeros han compartido sus experiencias en la isla después de recorrerla. Recientemente, una joven de origen latinoamericano se aventuró a pasar cinco días en Cuba con un presupuesto de solo 100 euros, pero admitió que no había planificado adecuadamente, ya que se dio cuenta al llegar a la isla de que depender únicamente de esa cantidad de dinero sería complicado.
Otro turista capturó la compleja situación cubana en su filmación: personas esperando el transporte público, formando largas colas para comprar alimentos, contenedores de basura desbordados y el trajín diario de muchos cubanos, marcado por la evidente escasez y las múltiples necesidades.