El amor, el deseo y la pasión son emociones que no conocen límites de edad. En el caso de estos abuelos cubanos, demostraron que el corazón puede latir con fuerza sin importar cuántos años hayan vivido. Charlando en el Hogar de Ancianos Monseñor Adolfo Rodríguez en Camagüey, Caridad Belén (69) y Oneido Maryn (81) revelan cómo sus caminos se cruzaron y decidieron emprender juntos el viaje del amor.
Oneido Maryn, un caballero de 81 años, compartió con una sonrisa sus secretos de conquista. «Todos los días una florecita, hasta que cayó en el jamo», bromeó, recordando cómo conquistó el corazón de Caridad Belén, quien había enviudado hace cinco años. Sus risas llenan el aire mientras rememoran cómo el romance floreció en el hogar de ancianos.
Caridad, por su parte, comparte sus pensamientos sobre este inesperado giro en su vida. «Él pensaba que llevaría una vida tranquila, que más nadie se le iba a acercar y a mí me pasaba igual. Vive aquí para descansar, para buscar tranquilidad, y me encontré con esto», dijo con una sonrisa juguetona. La historia de estos dos corazones que se encontraron en una etapa de la vida en la que pocos esperan encontrar el amor es una prueba conmovedora de que la vida siempre tiene sorpresas guardadas.
La boda de Caridad y Oneido se celebró en el hogar de ancianos, pero no son los únicos en decidir dar el paso hacia la unión matrimonial en esta etapa de la vida. Otros abuelos, como Tamara y Reinaldo, también se han dejado llevar por el amor que ha surgido en el hogar de ancianos. Tamara comparte cómo las miradas cómplices y las sonrisas compartidas la llevaron a enamorarse de Reinaldo. «Sentía necesidad de él. Una miradita para acá, una miradita para allá y nos enamoramos», relató. Reinaldo, por su parte, describe lo afortunado que se siente de poder pasar sus últimos años acompañado por el amor de su vida.
Este fenómeno no es único. En 2022, en la ciudad de Cienfuegos, dos parejas de abuelos también decidieron formalizar su amor ante una notaria en el Hogar de Ancianos Rita Suárez del Villar. Las historias de Cecilio Ignacio Pérez y Felicia González Díaz, así como de Ramón Colina Álvarez y Olimpia Griselda Segura, demuestran que el amor y la pasión son fuerzas eternas que no conocen fronteras temporales.
Estas conmovedoras historias nos recuerdan que el amor puede florecer en cualquier momento, sin importar la edad. Los corazones de estos abuelos cubanos nos inspiran a seguir creyendo en la magia del amor y en las segundas oportunidades que la vida puede ofrecer. En el Hogar de Ancianos, donde el tiempo ha tejido una red de experiencias y memorias, estos abuelos han demostrado que el amor no entiende de cronologías, sino de conexiones profundas y genuinas que trascienden las barreras del tiempo.