En el aniversario número 70 del asalto al Moncada y la captura de Fidel Castro, surge el debate sobre qué sucedió realmente durante aquellos sangrientos eventos. Diversos comentarios y memes en las redes sociales han especulado sobre cómo Castro se salvó de la muerte, pero es importante analizar la evidencia histórica para comprender la verdad detrás de los hechos.
Es necesario desmitificar la versión de que Fidel Castro fingió perderse en las calles de Santiago de Cuba para evitar el combate en el Cuartel Moncada. También es fundamental aclarar la teoría de que se salvó escondiéndose bajo la sotana del arzobispo Enrique Pérez Serantes. La realidad es que Castro sobrevivió gracias a su némesis, el dictador Fulgencio Batista.
En su libro “Biografía a dos voces” (2006), Castro mencionó que su bando tuvo cinco muertos en combate y otros 56 que fueron asesinados. Sin embargo, el historiador Antonio Rafael de la Cova llevó a cabo una investigación que reveló que, en realidad, murieron ocho asaltantes en combate, y que algunos, como Marrero y Noa, fueron asesinados.
Otra declaración controvertida de Castro durante el juicio fue que la matanza de prisioneros no comenzó hasta después de las tres de la tarde, y que esperaron órdenes de Batista para actuar. Sin embargo, militares batistianos, como el cabo Eugenio Alcolea, afirmaron que no esperaron órdenes y que ya habían matado a 33 asaltantes antes de que llegara la prensa al cuartel.
La imagen de Batista como un “monstruo horrendum” que ordenó la ejecución de prisioneros es desacreditada por la realidad histórica. En realidad, Batista conminó al coronel Alberto Del Río Chaviano a respetar la vida de los detenidos y el arzobispo Pérez-Serantes intervino para frenar la represión y pedir el cese de los asesinatos.
El día después de la captura de Castro, circulaba una orden militar expresa de respetar la vida de los asaltantes, como si fuera la vida del jefe del regimiento. Esta orden fue clave para que Castro y otros sobrevivieran.
La versión oficial del episodio de la captura narra que el teniente Pedro Sarría impidió que algunos mataran a los prisioneros. Sin embargo, otros testigos cuentan una versión más detallada, incluyendo la intervención del soldado Luis Manuel Batista.
Batista llamó a los prisioneros para que salieran con las manos en la cabeza, y en ese momento, Sarría pronunció la célebre frase “¡Las ideas no se matan!” mientras desarmaba a Batista.
Otro testimonio relevante proviene del dueño de la finca Las Delicias, quien escuchó al capitán José Tandrón ordenar llevar a los prisioneros al Vivac por orden de Batista.
El arzobispo Pérez-Serantes, conocido como el obispo que salvó a Fidel Castro, también tuvo un papel importante en la preservación de las vidas de los asaltantes. Su carta pastoral “Paz de los Muertos” contribuyó a poner fin a las ejecuciones.
La verdad histórica revela que Fidel Castro sobrevivió gracias a diversas circunstancias, incluyendo la orden de respetar la vida de los prisioneros y la intervención del arzobispo Pérez-Serantes.
El análisis de los testimonios y la evidencia disponible es esencial para comprender los eventos de aquellos días y separar la realidad de las leyendas urbanas que rodean este episodio de la historia cubana.
Nota:
Este artículo cuenta con información publicada por el periodista Arnaldo M. Fernández en CiberCuba