La historia de Yednay Pupo García, una adolescente cubana de 17 años que sufre de insuficiencia renal crónica, ha conmovido a muchos, ya que su situación médica ha empeorado en Cuba y busca desesperadamente una oportunidad de recibir un trasplante que le permita mejorar su calidad de vida. Yednay se atiende en la sala de nefrología del hospital pediátrico de Centro Habana y ha estado recibiendo tres sesiones de hemodiálisis por semana durante los últimos 10 meses.
Según su hermana Yadnay Pupo García, Yednay ha pasado por múltiples desafíos médicos, incluyendo la implantación de la fístula y varios catéteres en distintas partes de su cuerpo. En este difícil camino, su peso se ha reducido significativamente, pasando de 45 kilos a 34 kilos. Además, la situación alimentaria en su hogar es precaria, con una dieta mensual limitada a un kilo de carne de res, uno de pollo, tres de pescado y otro de leche en polvo.
“Mis meriendas no dan abasto porque no puedo comer cualquier cosa y no puedo tomar líquido. Muchas veces los medicamentos debemos adquirirlos a través de grupos de apoyo y donantes. Estoy esperando estar estable (cosa que aquí no es posible) porque cuando no es una cosa es la otra. ¿Cómo no voy a tener la presión alta? Si solo como pan y galletas, aquí las frutas no existen”, comentó.
La familia enfrenta dificultades económicas, pues la madre ha dejado de trabajar para cuidar a Yednay, mientras que el padre labora en el sector privado. La situación se agrava por la escasez de medicamentos y la falta de acceso a tratamientos adecuados en Cuba.
En este contexto, Yednay tiene el anhelo de obtener una visa humanitaria para buscar atención médica apropiada en otro país, donde pueda recibir el trasplante que tanto necesita. Ella expresa su deseo de recuperar su calidad de vida y realizar actividades tan simples como beber agua cuando tiene sed. Sin embargo, siente que su llamado de auxilio ha sido ignorado por los medios y los canales internacionales, ya que su caso no tiene un trasfondo político.
“Mi casa está en unas condiciones desfavorables. Tenía planes de un trasplante, pero debido a la situación del país, no se puede realizar la operación. Yo no quiero morir con 23 ni 24 años, quiero volver a tomar agua cuando tenga sed, algo tan sencillo como eso. Por favor, necesito ayuda ya, he escrito a varios canales internacionales pero al parecer como mi tema no es político a nadie le importa”, concluyó.
Lamentablemente, la situación de Yednay no es única en Cuba. Varias personas con enfermedades graves enfrentan dificultades similares y buscan una oportunidad en el extranjero para mejorar sus condiciones de salud. La escasez de medicamentos e insumos médicos ha generado una crisis sanitaria en la isla, impulsando a muchos a buscar alternativas fuera de sus fronteras.
Un caso reciente que se hizo viral fue el de Antonio Vento, un joven cubano de 14 años que emigró con sus padres a Estados Unidos en 2012 gracias a una visa humanitaria. Antonio padecía una rara enfermedad genética que le causaba una pérdida progresiva de la visión desde su nacimiento. Sin embargo, su situación cambió drásticamente cuando recibió con éxito una terapia génica en el Bascom Palmer Eye Institute de Miami. Este tratamiento revolucionario le permitió recuperar casi por completo su visión y abre una esperanza para otras personas que enfrentan enfermedades raras que afectan la visión.