El café es una bebida que, aunque no es originaria de Cuba, se ha convertido en un elemento esencial de la cultura cubana. Para la mayoría de los adultos de este país, tomar una taza de café es una de las primeras cosas que hacen al empezar el día, y es un pretexto obligado para cualquier encuentro y sobremesa. El café llegó a Cuba a través de los franceses que emigraron hacia la región más oriental de la isla, tras la revolución antiesclavista que tuvo lugar en Haití a finales del siglo XVIII.
Los cafetales cubanos se han emplazado tradicionalmente en las serranías de la isla, a una altitud de entre 500 y 800 metros sobre el nivel del mar. Aunque el mayor peso de obtención se concentra en la Sierra Maestra y el macizo montañoso Sagua-Baracoa, también ha habido una fuerte tradición cafetalera en otras zonas de la isla como el Escambray, la Sierra del Rosario y la de los Órganos en Pinar del Río.
El microclima que se encuentra en las serranías cubanas ha propiciado las condiciones óptimas para el crecimiento del cafeto, lo que ha permitido que la producción cafetalera cubana haya sido una de las mayores del mundo en el pasado. Aunque en la actualidad la producción no destaca por grandes volúmenes de exportación, sí se destaca por su excelente calidad, especialmente en la especie Árabica, lo que lo convierte en uno de los preferidos del mundo, en particular en mercados exigentes como el de Japón.
Entre las marcas de café más famosas de Cuba se encuentran Cubita, Turquino, Hola y Crystal Mountain. El café es tan preciado para los cubanos que incluso ha inspirado muchas producciones artísticas, como obras musicales y literarias.
Una de las obras musicales más famosas inspiradas en el café es la canción inmortalizada por el popular músico habanero Bola de Nieve, cuyo estribillo más conocido dice: «Ay mamá Inés, ay mamá Inés, todos los negros tomamos café». Esta canción es un ejemplo de cómo el café ha sido incorporado en la cultura cubana y en su música popular.