La partida de Celia Cruz el 16 de julio de 2003 conmocionó al mundo de la música latina y dejó un impacto duradero en sus seguidores. Hoy, al conmemorarse 20 años desde su fallecimiento, su incomparable voz, energía, humildad y su característico grito de ¡Azúcar! siguen vivos en el corazón de sus admiradores, incluso entre aquellos que no tuvieron la oportunidad de conocerla personalmente.
La icónica Celia Cruz no solo se destacó por su talento vocal, sino también por su estilo extravagante y sus atrevidas y coloridas pelucas, que complementaban su imagen como la indiscutible «reina de la salsa». Este título se lo ganó a pulso a lo largo de una carrera que abarcó cinco décadas, comenzando en su Cuba natal y continuando en los Estados Unidos luego de su exilio en 1961.
Detrás del nombre artístico de Celia Cruz se encontraba Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz y Alfonso de la Santísima Trinidad (1925-2003). Era una mujer negra y cubana de origen humilde que se abrió camino y se impuso en un género musical dominado por hombres, quienes la admiraban y respetaban.
Hoy, dos décadas después de que la «Guarachera de Cuba» perdiera su batalla contra el cáncer, la comunidad cubana le rindió homenaje dedicándole un desfile y una carroza en la ciudad de Nueva York. En este día tan especial, el alcalde Eric Adams declaró el 16 de julio como el Día de Celia Cruz. A pesar de la intensa lluvia, los seguidores de la cantante acudieron al mausoleo en el cementerio Woodlawn, en el Bronx, para recordarla y honrar su legado.
Entre las personas presentes se encontraba Michael Grazino, de 43 años, quien vestía una camiseta con el rostro de la cantante. Recordó el momento en que, a los 9 años, escuchó por primera vez a Celia Cruz: «Estaba a punto de dormir cuando escuché ‘bemba colorá, oye que tú tienes la bemba colorá’. Quedé hipnotizado y le pregunté a mi madre quién estaba cantando. Ella me decía que me fuera a dormir, pero yo quería saber quién era esa mujer. Me dijo ‘Celia Cruz’ y desde ese día su nombre quedó grabado para siempre en mi memoria».
La cantante cubana Lucrecia expresó: «Recuerdo a Celia con la misma fuerza, amor y dulzura porque eso siempre predominó en nuestra amistad. La admiración que siento por Celia es intocable».
Desde temprana edad, Celia Cruz mostró interés por la música, pero su padre deseaba que siguiera una carrera como maestra. En aquel entonces, esta era una de las pocas opciones disponibles para una persona negra y de escasos recursos en Cuba. Sin embargo, Celia decidió abandonar sus estudios cuando estaba cerca de finalizarlos para dedicarse por completo a su verdadera pasión: el canto.
El período de la carrera de Celia Cruz en su país natal es retratado en el libro «Celia en Cuba (1925-1962)» de la filóloga cubana Rosa Marquetti, quien ha investigado exhaustivamente sobre esta etapa de la vida de la artista y nos permite adentrarnos en su historia.
La legendaria Celia Cruz continúa siendo una fuente de inspiración para muchos artistas y amantes de la música en todo el mundo. Su influencia perdura a lo largo del tiempo y su indomable espíritu seguirá siendo celebrado y recordado en cada nota, en cada baile y en cada corazón que aún palpita al ritmo de su inolvidable música.