El servicentro Los Pinos, ubicado en el municipio cabecera de Matanzas, ha sido el escenario de una estafa denunciada por un cubano en días recientes. El afectado, identificado como Sandro García, compartió su decepcionante experiencia en un grupo de Facebook, narrando cómo le vendieron aproximadamente 20 litros de gasolina regular mezclada con una cantidad alarmante de agua, lo cual causó daños irreparables a su motocicleta.
En su publicación, García relató que había esperado pacientemente en una cola virtual de alrededor de mil personas para obtener un turno en el servicentro Los Pinos el día 26 de junio de 2023. A pesar de la larga espera, estaba contento porque había pasado meses sin poder acceder al combustible necesario para su vehículo. Sin embargo, su alegría se desvaneció rápidamente cuando, después de recorrer apenas 20 metros, su motor empezó a fallar hasta el punto de no poder arrancar.
Después de descartar varias posibles causas del problema, como fallas en la bujía, el motor o el carburador, García se vio obligado a empujar su vehículo hasta el taller de un mecánico. Fue allí donde se descubrió que la gasolina que le habían vendido estaba mezclada con una cantidad excesiva de agua. Indignado, decidió regresar al servicentro para buscar respuestas y soluciones.
En el servicentro, García se encontró con dos trabajadoras, una de ellas jefa de turno, quienes intentaron calmarlo y le pidieron que regresara al día siguiente para hablar con el administrador y recibir una respuesta satisfactoria. Sin embargo, la explicación que recibió fue sorprendente: le dijeron que no podían venderle gasolina regular porque estaba contaminada debido a un hueco en las instalaciones que permitía que el agua de lluvia llegara al depósito de combustible.
El afectado cuestionó por qué no se reparaba ese hueco que claramente causaba la contaminación del combustible, poniendo en peligro a los clientes. Además, se preguntó por qué la jefa de turno seguía despachando gasolina sabiendo que estaba contaminada y no cumplía con los estándares necesarios para el correcto funcionamiento de los vehículos.
La respuesta ofrecida por la jefa de turno fue aún más desconcertante. Según ella, había un límite permisible de agua en el combustible, establecido en 10 litros por una determinada cantidad de combustible. En el momento en que García llenó el tanque, el límite era de 8,5 litros de agua, por lo que la gasolina le fue suministrada a pesar de estar claramente contaminada. Esta explicación resultaba ridícula para el afectado, quien destacó la ironía de la situación y expresó su indignación.
En un intento desesperado por solucionar la situación, la jefa de turno ofreció a García 500 pesos de su propio bolsillo como compensación, asegurándole que luego se encargaría de resolver el problema. Sin embargo, el afectado rechazó la oferta y dejó claro que no buscaba dinero, sino una solución por parte de la administración del Cupet Los Pinos. Frustrado y sin una gota de combustible, García tuvo que retirarse del servicentro con un turno perdido y una experiencia surrealista marcada por el intento de estafa.