¡A falta de pan! Mangos se convierten en el desayuno, almuerzo y comida de muchos habitantes en Santiago de Cuba

Redacción

Cada mañana, Santiago de Cuba se despierta con la llegada masiva de mangos. Un grupo de carretilleros recorre los barrios de la ciudad anunciando su presencia. Las variedades más populares y buscadas son el bizcochuelo, el toledo y el corazón.

En estos días, la deliciosa fruta se ha convertido en «el mango nuestro de cada día». Se consume en el desayuno y en la cena. Como dice el refranero popular, «a falta de pan, mango».

José, un jubilado de la construcción, espera pacientemente en la fila para comprar mangos bizcochuelos en la barriada Micro 9, en el distrito José Martí. Él afirma: «El mango nos está salvando. Comemos mango en el desayuno y en la cena. Gracias a eso, sobrevivimos. Cuando se acaben los mangos, veremos qué pasa».

El hambre en Cuba va en aumento y no se vislumbra una solución a corto plazo. La confianza en la canasta básica normada, cada vez más reducida, prácticamente ha desaparecido. En mayo, los santiagueros comenzaron el mes con solo cuatro libras de arroz de las siete asignadas. Los frijoles, el azúcar, el café y el aceite llegarán de forma escalonada a lo largo del mes, según informó Juan Carlos Rosell Zarrabeitía, coordinador del Gobierno para el Programa del Comercio y los Servicios, al semanario local Sierra Maestra.

Elaine, una ama de casa de 46 años, se queja mientras espera en la cola de su bodega en la barriada de Los Pinos para comprar arroz normado. Ella dice: «Hubiera preferido que trajeran azúcar en lugar de arroz. Al menos el arroz liberado está disponible, pero no se vende azúcar en ningún lugar, ni siquiera en el mercado negro». Según el funcionario Rosell Zarrabeitía, la situación del azúcar es «compleja» porque «Santiago ya consumió la producción local y ahora debemos importarla de otras regiones».

Las opciones para alimentarse fuera de la canasta básica se reducen a los productos agrícolas particulares, pero los crecientes precios hacen que sea imposible mantenerse con lo que ofrecen. La libreta de racionamiento se ha vuelto imprescindible para la supervivencia de los cubanos. Sin embargo, si falta algún producto, ya sea azúcar o frijoles, la mayoría de la población se enfrenta a un mayor hambre, sin los recursos monetarios para hacer frente a la inflación.

La realidad es que los productos de la libreta apenas alcanzan para medio mes y muchos de ellos, como el azúcar, la leche y el aceite, solo están disponibles en el mercado negro. El aumento del precio del pan de las MIPYMES y la inestabilidad en el suministro de harina y pan normado han llevado a que muchos cubanos dejen de cenar como solían hacerlo.

Los vendedores ambulantes de dulces caseros, como el turrón de coco, el coquipiña, la cuerúas y los pasteles tapados o de hojas, que solían ofrecer meriendas para niños y adultos, han desaparecido de las calles debido a la escasez de azúcar y harina. El alto costo de ambos productos en el mercado negro hace que sea imposible invertir en estos dulces tradicionales.

La mayoría de las familias intentan garantizar al menos una comida al día. Durante los días laborables, la cena es la comida más estable. Muchos tratan de acceder a las escasas raciones ofrecidas en algunos centros de estudio y trabajo. Yuneika, auxiliar pedagógica de una escuela de doble sesión, confiesa que se ha acostumbrado a tener solo una comida al día.

Ella comenta: «Antes, la libreta de racionamiento ofrecía más productos. Solíamos recibir seis libras de azúcar, luego nos quitaron una libra con la promesa de que nos darían coditos y harina de maíz, pero ahora solo recibimos cuatro libras y ni rastro de los coditos y la harina. Nos queda el arroz, que no alcanza para todo el mes. Solo como por la noche los días de trabajo; los fines de semana, solo almuerzo. Casi me he vuelto vegetariana, como arroz y viandas. El poquito de frijol o chícharo que me dan solo alcanza para tres comidas. Solo como carne cuando llega el pollo o el picadillo a la bodega. Mi salario no me alcanza para comprar carne a los particulares. Sí, paso hambre. Extraño comer un buen bistec, pero no puedo permitírmelo».

Yuneika concluye diciendo: «En este momento, no hay pan normado porque el barco con la harina está en La Habana, así que tampoco desayuno. No hay café ni siquiera en el mercado negro, solo en las tiendas MLC. Cuando tengo hambre, como un mango y así sigo adelante».

Para Yanet, una maestra de primaria con tres hijos adolescentes, la situación es aún más compleja. Ella critica: «La situación con la comida es terrible. Ahora, ni siquiera tenemos frijoles o chícharos para acompañar el arroz. Me llevo las sobras del comedor de la escuela, compro varias comidas de trabajadores y trato de mejorarlas en casa. Los niños dejan mucha comida porque no le ponen especias, así que eso me sirve y así vamos pasando el día. No es fácil ver a tus hijos pasar hambre. Gracias a Dios, cuando aprieta, tenemos mangos».

La situación en Santiago de Cuba refleja la realidad que enfrenta el país en términos de escasez de alimentos y dificultades económicas. Los mangos se han convertido en una valiosa fuente de alimento y una esperanza en medio de la crisis. Sin embargo, es evidente que se requieren medidas urgentes para abordar el problema y garantizar que todas las familias cubanas tengan acceso a una alimentación adecuada. Es esencial que las autoridades tomen medidas efectivas para mejorar la producción y distribución de alimentos, y que se implementen políticas que fomenten la seguridad alimentaria y la estabilidad económica.