Sarita Montiel, una de las actrices más queridas en la historia del cine, conquistó el corazón del público cubano con sus interpretaciones y canciones. Incluso, antes de los eventos que marcarían su carrera, visitó la isla en dos ocasiones para rodar escenas de sus películas. Durante esos viajes, tuvo la oportunidad de conocer a Ernest Hemingway, con quien se rumorea que tuvo un romance. Su debut en la televisión cubana ocurrió a finales de diciembre de 1952 en “Estrellas de ultramar” del Canal 4. Sin embargo, fue en octubre de 1958, justo después del estreno mundial de su exitosa película “La Violetera”, cuando Sarita regresó a La Habana, esta vez acompañada de su esposo, el director de Hollywood Anthony Mann.
La llegada de Sarita al Hotel Hilton (hoy Habana Libre) fue toda una celebración. Fue recibida con entusiasmo por una multitud de admiradores, periodistas, fotógrafos y hasta una banda de beneficencia. Vestidas como violeteras, 28 jóvenes se unieron al bullicio para darle la bienvenida. Durante su estancia en la isla, Sarita actuó en el Teatro Blanquita y su actuación fue transmitida por televisión a todo el país. Además, asistió a un banquete en el famoso Tropicana y disfrutó de una cena en el célebre cabaret Sans Souci. Fue un momento inolvidable que quedó grabado en la memoria de sus admiradores cubanos.
Después de 1959, Sarita se alejó de Cuba y no regresó hasta 2002, cuando decidió hacer una visita privada. En esta ocasión, su motivación era conocer a la familia de su cuarto esposo, el cubano Tony Hernández, quien en ese momento era su novio. Durante su estancia, se hospedó en el emblemático Hotel Nacional de Cuba, en el Vedado. Sin embargo, esta visita estuvo marcada por un incidente que empañó su experiencia. Debido a las restricciones de aquellos años, los cubanos tenían prohibida la entrada a los hoteles, lo que generó indignación en Sarita. Como acto de protesta, decidió abandonar el hotel y hospedarse con la familia de Tony en el pueblo de San Antonio de los Baños, cerca de La Habana.
Afortunadamente, el Hotel Nacional se dio cuenta de su error y se disculpó con Sarita. Para reparar el daño, le rindieron un homenaje al que asistieron tanto Sarita como Tony. Este gesto de reconciliación ayudó a restablecer la armonía entre la actriz y el icónico hotel, dejando un final más ameno a su visita.
El vínculo de Sarita Montiel con Cuba ha dejado una huella imborrable en la historia. A través de sus actuaciones y su carisma, logró cautivar a la audiencia cubana y se convirtió en una figura querida y recordada. Su amor por la isla y sus conexiones personales demostraron la importancia que tenía Cuba en su vida. A pesar de los altibajos y los desafíos, Sarita Montiel siempre será recordada como una de las grandes estrellas que dejó una marca imborrable en el corazón del público cubano.