Mirta de Perales, la historia olvidada de la cubana que fue dueña del salón de belleza más famoso de Cuba antes de 1959

Redacción

En el apasionante mundo de la belleza y el cuidado del cabello, una figura se destacó por su talento y determinación, convirtiéndose en un ícono reconocido internacionalmente. Estamos hablando de Mirta de Perales, una empresaria cubana cuyo legado perdura hasta el día de hoy. Nacida el 2 de septiembre de 1922 en Rancho Veloz, Las Villas, Cuba, Mirta superó las adversidades y se convirtió en un referente en la industria de la belleza.

Desde temprana edad, Mirta tuvo que enfrentar la pobreza en su ciudad natal. Sus padres apenas podían permitirse comprarle zapatos, y a los 12 años, su madre tuvo que irse a trabajar a La Habana, dejándola a cargo de sus hermanos y hermanas. Siempre interesada en la belleza y la apariencia de las mujeres, Mirta descubrió su talento para cortar y peinar el cabello de sus vecinos, con lo cual ganaba algunos centavos para ayudar a su familia. Después de unos días, había acumulado unos pocos dólares y llamó a su madre, proclamando que ahora eran ricos.

Con determinación y valentía, Mirta comenzó a crear sus propios productos de belleza intemporales, que se convirtieron en los favoritos de muchas mujeres. Fue en ese momento que conoció a Benito Perales, un farmacéutico con quien se casaría y quien la ayudaría a crear los productos que la harían famosa. Posteriormente, Mirta abrió su salón de belleza en el Vedado de La Habana, específicamente en la calle 27 y L. El salón creció hasta convertirse en uno de los más grandes de América Latina y el principal de Cuba.

Sin embargo, en 1962, el gobierno cubano intervino su salón de belleza y Mirta fue tomada prisionera. Pasó nueve días en El Morro, una prisión para aquellos considerados anti-revolucionarios. Esta experiencia fue un punto de inflexión en su vida y la motivó a dejar Cuba. Mirta tomó la difícil decisión de abandonar su patria junto con sus dos hijos, llevando consigo apenas cinco dólares en su bolsillo. Apenas una semana después de llegar a Miami, Florida, ya estaba cortando y peinando el cabello nuevamente, reconstruyendo lentamente su clientela.

Mirta logró establecer su salón de belleza en Coral Gables, Florida, y durante ese tiempo también volvió a desarrollar sus productos para el cabello. Gracias a su inteligencia empresarial y su innegable carisma, pudo reconstruir su labor y comenzar a distribuir sus productos en Puerto Rico. Poco después, expandió su distribución a nivel nacional, comenzando en Nueva York, donde pudo exhibir sus productos en Macy’s, ubicado en Herald Square. Su éxito fue tan notable que el presidente Ronald Reagan reconoció el legado de Mirta de Perales en una ceremonia en la Casa Blanca, refiriéndose a ella como el sueño americano.

Siempre buscando nuevas formas de conectar con su público, Mirta lanzó su propio programa de televisión llamado “Cinco Minutos con Mirta de Perales”. A través de este programa, Mirta estableció una relación cercana con sus clientes, brindándoles consejos sobre cómo utilizar sus productos y discutiendo temas cotidianos. Además, creó un concurso de belleza llamado “Chico Mirta”, que brindaba a los niños la oportunidad de competir y ganar la posibilidad de aparecer en su programa de televisión y en anuncios dentro del mismo.

El legado de Mirta de Perales trasciende el tiempo. Aunque falleció el 3 de mayo de 2011, a los 88 años de edad, en su residencia de Miami Beach a causa del mal de Alzheimer, su espíritu emprendedor y su pasión por la belleza continúan vivos. Mirta nunca guardó amarguras en su corazón a pesar de su obligado exilio, siempre mantuvo el anhelo de regresar a la tierra que la vio nacer, un deseo que lamentablemente no pudo cumplir. Hoy en día, su hija Mirta C. Perales, conocida como “Mirtica”, sigue los pasos de su madre y continúa el legado familiar. Trabajando incansablemente en la empresa, Mirtica busca constantemente nuevos productos e información para satisfacer las necesidades de cuidado del cabello y la piel de las mujeres, centrándose en el concepto de belleza universal.