A lo largo de su destacada carrera, Josefina se convirtió en una de las actrices cubanas más respetadas y confiable, reconocida por su brillante interpretación de personajes malvados. Desde los primeros años de la televisión cubana en la década de 1950, ganó una sólida reputación al asumir desafiantes roles en numerosos programas dramáticos. Aunque su carrera evolucionó hacia papeles secundarios y de reparto, también protagonizó innumerables producciones televisivas, muchas de ellas junto a su inseparable amigo y también actor, Ángel Toraño. Sin duda, formaba parte del grupo de actrices consideradas de primera línea, especialmente en el prestigioso espacio Teatro ICRT.
En 1966, Josefina tuvo un papel protagónico en la película cubana “La Salación”, un rol muy diferente a los personajes negativos en los que solía destacarse. En la vida real, era una mujer extremadamente cariñosa y distaba mucho de ser la villana que el público asociaba con su imagen en la pequeña pantalla. A lo largo de su extensa trayectoria, participó en cientos de obras clásicas y exitosas telenovelas, siempre demostrando una calidad actoral excepcional que le valió numerosos reconocimientos y premios.
Durante más de 35 años, Josefina Henríquez llamó hogar a un encantador y confortable apartamento en el edificio “Ñico López”, ubicado en la calle 2 entre Linea y 11, en el famoso barrio del Vedado en La Habana. A pesar de enfrentar problemas de salud, continuó trabajando en la televisión hasta 1992. Sin embargo, una mañana a principios de ese año, sus amigos se preocuparon al darse cuenta de que Josefina había desaparecido. Había pasado más de 24 horas sin responder a las llamadas telefónicas, lo que generó gran inquietud entre sus seres queridos. A pesar de los esfuerzos por contactar a personas cercanas a ella, nadie tenía noticias de la actriz.
Ante esta situación desconcertante, algunos de sus amigos más íntimos decidieron ir a su apartamento con la esperanza de resolver el misterio. Solicitaron la ayuda del encargado del edificio, quien los acompañó como testigo. Al ingresar al apartamento, encontraron que estaba vacío y no había signos de violencia o algo fuera de lo común. Al preguntar a los vecinos, todos afirmaban no haberla visto en varios días.
Ante la gravedad de la situación, no tuvieron más opción que llamar a la policía. Se barajaron dos hipótesis: el secuestro o el suicidio. Poco después, llegaron a la escena dos agentes de policía acompañados de un perito. Durante el interrogatorio, una respuesta llamó la atención y finalmente se reveló el misterio: el ascensor estaba averiado y había estado fuera de servicio en un piso superior al de Josefina durante varios días.
Los vecinos informaron que habían reportado la avería a la empresa responsable, ya que suponía un verdadero peligro. En ocasiones, al presionar el botón de llamada del ascensor, las puertas se abrían pero la cabina no estaba presente, dejando solo un oscuro y profundo vacío. Meses atrás, habían solucionado el mismo problema. Uno de los policías sospechó lo que había ocurrido y solicitó al encargado la llave de la puerta que daba acceso al hueco del ascensor. Al abrir la puerta, se encontraron con un lugar oscuro y húmedo, lleno de basura, donde se encontraba el motor del ascensor. Al enfocar el lugar con una linterna, descubrieron el cuerpo sin vida de Josefina Henríquez.
La trágica verdad se hizo evidente: Josefina, quien padecía diabetes severa que afectaba seriamente su visión, pensó que la cabina del ascensor estaba presente al abrirse las puertas y avanzó hacia el vacío, cayendo por el hueco y sufriendo un impacto fatal. No se sabe si falleció instantáneamente o agonizó en el oscuro abismo sin poder pedir ayuda. Su muerte fue terrible y dejó un profundo dolor en todos aquellos que fueron sus amigos. Lo más triste y sorprendente es que esta tragedia se consideró un accidente fatal y nadie asumió responsabilidad alguna.
Lamentablemente, el trágico final de Josefina Henríquez fue silenciado y olvidado. Parece que algunos decidieron, impulsados por un complejo de culpa, que era mejor darle un rápido cierre a este oscuro y enredado asunto, manteniéndolo oculto del conocimiento público. Hasta el día de hoy, nadie ha dedicado un programa o una simple nota en recuerdo de Josefina Henríquez. Su biografía y su destacada trayectoria artística como una gran actriz, quien brindó tantos buenos momentos a la televisión, han sido borradas oficialmente de los sitios web editados en territorio cubano. Su memoria ha sido prácticamente eliminada, como si nunca hubiera existido.