Celeste Mendoza ¡La voz tremenda de la Reina del Guaguancó!

Redacción

En el fascinante mundo de la música cubana, una estrella brilló con luz propia, superando obstáculos y dejando una marca imborrable en la escena nacional e internacional. Estamos hablando de Celeste Mendoza, conocida como la Reina del Guaguancó. Su vida estuvo llena de obras, conflictos y momentos inolvidables que la convirtieron en una auténtica diva. Aunque se han dicho muchas cosas sobre ella, es indiscutible su impacto en el mundo artístico.

En 1965, Celeste Mendoza se vio involucrada en un escandaloso incidente que la llevó a prisión. Apuñaló a su entonces esposo, quien por suerte sobrevivió al ataque. La razón detrás de este acto de violencia fue descubrir a su marido en la cama con otra mujer y además haberle robado una gran cantidad de dinero. A pesar de las circunstancias, la justicia cubana, consciente de su importancia artística, hizo todo lo posible por encubrir el incidente y finalmente fue absuelta.

A medida que avanzaba en su carrera, Celeste Mendoza luchó contra la adicción al alcohol y las terribles depresiones que la aquejaban. Desafortunadamente, su vida terminó trágicamente debido a una intoxicación. Fue encontrada sin vida en su apartamento del Vedado, en el edificio Someca, ubicado en la calle Línea entre E y F. Sus vecinos denunciaron el mal olor que provenía de su apartamento varios días después de su fallecimiento.

Se ha dicho que su lujosa casa fue un regalo de Esteban Ventura, un famoso militar y asesino, quien pertenecía a la dinastía del dictador cubano Fulgencio Batista. Celeste mantuvo una relación turbia y clandestina con él durante varios años. A pesar de su escandalosa vida personal, marcada por el alcohol y los amores turbulentos, Celeste Mendoza fue y seguirá siendo recordada como una artista única, grandiosa e inimitable. Su legado perdura en la historia de Cuba como una de las más grandes artistas de todos los tiempos, encaminándose hacia la eternidad.

Su trascendental importancia y su enorme contribución a la música cubana son incalculables. Si no fuera por ella, el guaguancó no habría adquirido esa voz y presencia femenina que lo distingue, ni habría alcanzado tal excelencia en los salones, los cabarets y los medios de comunicación. Celeste Mendoza irrumpió en la escena musical como un torbellino imparable, dominando el escenario con una fuerza y ​​ferocidad sin igual.

Nacida el 6 de abril de 1930 en el barrio de Los Hoyos, en Santiago de Cuba, Celeste se sintió atraída por la música desde muy joven. Incluso utilizaba un cajón de bacalao y una botella para crear ritmos y melodías. En 1943, su familia se mudó a La Habana, y fue en 1951 cuando se presentó y triunfó en el cabaret Sierra y otros lugares de menor categoría.

Con el paso del tiempo, Celeste Mendoza se convirtió en una de las luminarias imprescindibles de Cuba. Su carisma y encanto la llevaron a viajar por Europa, representando a su país en numerosos escenarios y llegando incluso a Nueva York. A su regreso a Cuba, sus éxitos no conocieron límites. Uno de los momentos más destacados de su carrera fue su deslumbrante actuación en 1965 en el prestigioso teatro Olympia de París, como parte del espectáculo Music Hall de Cuba.

Además de su éxito en los escenarios, Celeste Mendoza también dejó un legado discográfico notable. Sin embargo, a pesar de todos sus triunfos, su vida personal experimentó altibajos que empañaron el brillo de su carrera. Su última aparición en la Televisión Nacional fue en el programa “Perlas Cubanas”. A pesar de las dificultades y la amargura que enfrentó en sus últimos años, decidió quedarse en Cuba, viviendo en relativo aislamiento en su apartamento del edificio Someca. Rara vez se le veía en público, sumergida en la soledad, los recuerdos y la apatía hacia todo.

El 22 de noviembre de 1998, Celeste Mendoza falleció en su apartamento, casi olvidada por voluntad propia y en parte debido a la falta de atención del gobierno. Aunque su corazón dejó de latir, su alma, su espíritu y su grandeza colosal vivirán para siempre en el recuerdo de todos. Celeste Mendoza fue y seguirá siendo una verdadera reina, inscrita en la historia de la nación cubana y en el camino hacia la eternidad. Su legado perdurará y su influencia se mantendrá viva en la música y el arte cubano.