En 2019, se produjo un acontecimiento mediático que capturó la atención de todos los espectadores del noticiero de las 8:00 pm. Con la participación de la destacada presentadora Talia González, finalmente se mostraba la tan esperada reparación del Edificio Girón, una solicitud que se venía realizando desde hace años. En un principio, se planteó la posibilidad de reubicar a los residentes en viviendas temporales en la zona de Alamar. Sin embargo, surgió una interesante propuesta: «El edificio fue entregado por el comandante a los trabajadores como un premio de Arquitectura Nacional». Esta afirmación nos permitió respirar aliviados y permanecer en nuestro querido hogar, ubicado enclavado en Malecón s/n, entre E y F, Plaza, Habana.
Aquella fue una verdadera carrera contra el tiempo, con la participación de numerosos constructores, el uso de materiales de calidad y tecnología de vanguardia. Los inquilinos del edificio mostrábamos una gran alegría al ver que finalmente se habían acordado de nosotros, los hijos de PEPITO EL LECHONERO. Comenzaron las labores de embellecimiento, convirtiendo a la vieja edificación en un hotel de cuatro estrellas que acompañaría al Girón (como el príncipe y el mendigo). La idea era ofrecer una buena imagen a los turistas que transitaban por el malecón habanero.
Sin embargo, en el año 2020, la llegada de la Covid-19 al país trajo consigo la retirada de los constructores, y hasta la fecha, solo un reducido grupo de trabajadores continúa haciendo lo que pueden. A pesar de ello, el trabajo en el hotel no se detuvo. Al parecer, sus empleados eran inmunes al contagio de la Covid-19, logrando finalizar la construcción e incluso inaugurarlo durante la pandemia.
Pero dejemos atrás esta historia y centrémonos en el problema actual que enfrentamos desde el 22 de abril: la bomba de agua que sube desde la cisterna hasta los tanques instalados en la azotea del edificio se ha averiado. Han transcurrido 18 días desde entonces y una comisión conformada por representantes del PCC, el Gobierno, los edificios altos, los trabajadores de UNISA y el delegado ausente se presentaron el 10 de mayo para manifestar que aún no había una respuesta para solucionar este inconveniente. Los vecinos presentes, quienes son los más perjudicados, comenzaron a protestar de manera justa. Cabe destacar que en este edificio de 132 apartamentos, la mayoría de los residentes son personas de la tercera edad y niños, quienes no están en condiciones de cargar agua en cubos, botellas o cualquier otro recipiente disponible.
Lamentablemente, hasta el día de hoy, el problema sigue sin resolverse y la comisión ha desaparecido sin dejar rastro. Seguimos sin tener acceso a este preciado líquido vital. En momentos como estos, nos sentimos como los hijos de PEPITO EL LECHONERO, luchando por sobrevivir en condiciones adversas.