La historia de los grandes almacenes Fin de Siglo de La Habana comienza en O Seixo, un pequeño pueblo de la costa atlántica de Galicia, España. A fines del siglo XIX, la familia Sisto Vázquez, dedicada a la pesca, decidió emigrar a Cuba en busca de nuevas oportunidades. El padre fue el primero en establecerse en la isla, seguido gradualmente por sus hijos.
En la década de 1890, tres de los hijos de la familia Sisto Vázquez llegaron a La Habana. Antonio, el mayor de ellos, nacido en 1869, fue el primero en arribar, seguido por Juan en 1873 y Manuel en 1880. Mientras tanto, la madre, Filomena, la hermana Natalia y el benjamín de la familia, Joaquín, nacido en 1888, se quedaron en casa.
En ese momento, Cuba contaba con una gran cantidad de residentes españoles, llegando a albergar a 130,000 personas, lo que representaba aproximadamente un doceavo de la población del país. De estos, el 34% eran gallegos. La influencia de los gallegos en la isla era tan significativa que los cubanos comenzaron a llamar «gallegos» a todos los españoles. Estas cifras continuarían aumentando, ya que entre 1902 y 1931, según fuentes cubanas, llegaron a Cuba alrededor de 800,000 españoles adicionales. En 1930, los gallegos representaban el 42.4% de todos los españoles residentes en la isla.
Antonio logró incursionar en el negocio de la exportación de tabaco, mientras que Juan siguió los pasos de su padre y se convirtió en un guadañero. Juan llegó a ser un importante armador, propietario de una flota de pesqueros y buques remolcadores. En los últimos años del siglo XIX y durante la Guerra de Independencia, en 1897, tuvieron la visión de aprovechar una oportunidad comercial. Reuniendo sus primeros ahorros y asociándose con otros socios, fundaron el Bazar Fin de Siglo, que se convertiría en uno de los dos grandes almacenes emblemáticos de La Habana.
Los hermanos, con poca educación formal, tomaron una decisión trascendental: necesitaban a alguien de confianza con conocimientos superiores para ayudarlos a convertir el modesto Bazar en un gran almacén. La búsqueda los llevó hasta su hogar en O Seixo, donde vivía su madre Filomena junto con Natalia y el joven Joaquín. A pesar de tener solo 9 años, Joaquín fue el elegido. Sus hermanos se hicieron cargo de sus estudios de Comercio en La Habana y, unos años después, Joaquín Sisto Vázquez se convirtió en el timonel y principal accionista de Fin de Siglo.
Fin de Siglo introdujo un nuevo modelo comercial en el mundo hispano, inspirado en el parisino Le Bon Marché y transmitido a través de Nueva York hasta la isla del Caribe. Incluso El Corte Inglés, el gigante español de tiendas por departamentos, es una copia de esos establecimientos. La influencia de Fin de Siglo se refleja en la arquitectura, la organización, la publicidad y la tipografía utilizadas por El Corte Inglés.
El icónico almacén regentado por Joaquín Sisto Vázquez ocupaba cinco plantas y contaba con entradas por Águila, San Rafael y Galiano, reservando la entrada de San José exclusivamente para mercancías. Además, ofrecía comodidades innovadoras como aire acondicionado, escaleras mecánicas y amplios ascensores. La firma se enorgullecía de estar a la vanguardia del comercio habanero, marcando pautas de organización y refinamiento moderno.
En Fin de Siglo, se encontraban artículos de la mejor calidad a precios muy justos. Cada caja y artículo llevaban el distintivo clásico de papel blanco con rayas grises y el nombre Fin de Siglo, agregando un toque de distinción.
La historia de los grandes almacenes Fin de Siglo de La Habana se origina en el pequeño pueblo gallego de O Seixo, cuando la familia Sisto Vázquez, dedicada a la pesca, decidió emigrar a Cuba en busca de nuevas oportunidades. A medida que los hijos se unieron a su padre en la isla, se abrieron camino en distintos sectores económicos, hasta que la visión de crear un gran almacén se hizo realidad.
La llegada de Fin de Siglo a La Habana introdujo un modelo comercial revolucionario inspirado en el famoso Le Bon Marché de París. Este enfoque innovador se propagó a través de Nueva York hasta alcanzar la isla caribeña, influyendo incluso en el gigante español El Corte Inglés.
El almacén de Fin de Siglo, liderado por Joaquín Sisto Vázquez, destacaba por su arquitectura imponente y su diseño interior moderno. Con cinco plantas y múltiples entradas estratégicas, como Águila, San Rafael y Galiano, brindaba comodidades avanzadas para la época, como aire acondicionado y escaleras mecánicas. Además, la atención al detalle se reflejaba en la presentación de los productos, con el distintivo papel blanco de rayas grises y el nombre Fin de Siglo, que confería elegancia a cada artículo.
La reputación de Fin de Siglo se basaba en la oferta de productos de la más alta calidad a precios justos. Este enfoque atractivo y asequible se convirtió en un sello distintivo de la marca. Los habaneros encontraban en Fin de Siglo un lugar donde satisfacer sus necesidades con estilo y buen gusto.
La influencia de Fin de Siglo no se limitaba a la esfera comercial. Como uno de los dos grandes almacenes emblemáticos de La Habana, junto con El Encanto, Fin de Siglo marcaba tendencias y establecía estándares en el comercio de la época. Su éxito y prestigio se debían en gran medida a la visión empresarial de Joaquín Sisto Vázquez, quien, a pesar de su limitada educación formal, supo rodearse de personas con conocimientos superiores y convertir un modesto bazar en un imperio comercial.
La historia de Fin de Siglo refleja el espíritu emprendedor y la capacidad de adaptación de la familia Sisto Vázquez. Desde sus humildes inicios en O Seixo hasta convertirse en referentes del comercio habanero, su historia es un testimonio de trabajo arduo y determinación.
El legado de Fin de Siglo perdura en la memoria colectiva de La Habana. Su influencia se extendió más allá de los límites geográficos, sentando las bases para futuros desarrollos en el sector minorista. La expansión de este modelo comercial, con sus características únicas y su enfoque en la calidad y el precio justo, dejó una huella imborrable en la cultura comercial de la isla.
La visión de Joaquín Sisto Vázquez y su apuesta por la innovación y la excelencia se mantienen como una inspiración para los emprendedores de hoy en día. Su capacidad para identificar oportunidades de negocio y rodearse de personas talentosas fue fundamental para el éxito de Fin de Siglo.