Padre cubano que quiere ofrecer su hijo en adopción rompe el silencio: “No puedo darle ni para que desayune antes de ir a la escuela”

Redacción

Jorge Yanko Heredia, un padre cubano, ha generado un intenso debate en las redes sociales al manifestar su decisión de ofrecer a su hijo en adopción fuera de Cuba debido a las carencias y dificultades que enfrentan en el país. En una entrevista con la agencia CubaNet, Heredia reafirmó su determinación y explicó los motivos que lo llevaron a tomar esta difícil decisión.

Consciente de los riesgos y las controversias que su elección conlleva, Jorge Yanko Heredia sostiene que entregar la custodia de su hijo de 12 años a un desconocido es la única solución que ve para asegurar un futuro mejor para él. En sus propias palabras, él no puede proporcionarle ni siquiera el desayuno antes de ir a la escuela, y se ve en la encrucijada de elegir entre comprar algo insignificante para el niño o asegurar una comida adecuada para su almuerzo.

El padre de 39 años, residente en Santiago de Cuba, expresa que su intención no es buscar beneficios personales, sino brindarle a su hijo la oportunidad de crecer en un país libre, con mayores oportunidades y sin el adoctrinamiento presente en Cuba. Aunque no se considera un opositor político ni un activista, se define como un ciudadano que ha perdido la esperanza en el sistema.

Jorge, quien se desempeña como panadero, ha decidido no trabajar para el Estado durante los últimos seis años debido a los salarios miserables que no le permiten cubrir las necesidades básicas de su familia. Para sobrevivir, se dedica a realizar mandados o cualquier trabajo que pueda conseguir.

Ante las críticas recibidas por su decisión de enviar a su hijo a un lugar desconocido con personas extrañas, asumiendo los riesgos que eso implica, Jorge responde que nadie conoce las dificultades que él y su hijo enfrentan diariamente. Aunque le preocupa que el niño pueda caer en malas manos, confía en que Dios no permitirá que eso suceda.

Jorge enfatiza que está convencido de que existen personas magníficas y de buen corazón en el mundo que podrían brindarle una vida digna a su hijo. Recuerda que el sueño de su hijo es convertirse en un jugador de Grandes Ligas de béisbol, pero en Cuba ni siquiera hay suficiente comida en las escuelas deportivas. El padre siente que ha llegado al límite, incapaz de proveer incluso para su familia, pero espera que su hijo aún tenga la oportunidad de evitar repetir su historia.

La desesperación y la impotencia de Jorge son evidentes al hablar de su deseo de comprarle a su hijo un par de zapatos nuevos, ya que ha estado usando los mismos durante dos años y apenas le quedan. Su mayor temor es que su hijo se quede atrapado en este “infierno” de país.