En la vasta historia de Hollywood, el tiburón blanco ha protagonizado películas que han dejado a millones de espectadores al borde de sus asientos. Sin embargo, en la cultura cubana, tenemos nuestra propia leyenda marina: Don Pepe, un temido y recordado tiburón que habitaba en las aguas de la bahía de Nipe, en el Oriente del país. Su imponente tamaño y su aleta dorsal llena de agujeros por los balazos recibidos lo convertían en una figura inconfundible.
Don Pepe era solo uno de los muchos tiburones que contribuyeron a la mala fama de Punta Salinas, una zona conocida por los lugareños como «Cayo de la Muerte». Los pescadores de la región convirtieron la pesca de tiburones en un negocio próspero, vendiendo la piel a los japoneses en La Habana, la carne como tasajo en Baracoa y el aceite localmente, ya que se le atribuían propiedades medicinales en aquel entonces.
Fueron precisamente estos hombres quienes bautizaron al gigantesco tiburón como Don Pepe, debido a su destreza y ferocidad, que lo distinguían de otros de su especie.
Según cuentan las historias, Don Pepe era un tiburón tigre de edad avanzada, con costumbres muy particulares. Solía seguir a los buques que se acercaban al espigón, alimentándose de los desperdicios arrojados al agua o atacando a cualquier presa que estuviera al alcance de sus poderosas mandíbulas.
Aquellos afortunados que llegaron a verlo aseguran que medía alrededor de 17 pies de longitud y que inspiraba un respeto reverencial. Las autoridades portuarias incluso prohibieron arrojar desechos al mar con la esperanza de que el animal se alejara. Sin embargo, lejos de rendirse, Don Pepe amplió su radio de acción hasta las aguas de El Ramón, Felton, Saetía y Nicaro en busca de alimento.
Las historias sobre Don Pepe son numerosas. En una ocasión, un burro asustado cayó al agua junto con su carreta desde el espigón de Antilla. El tiburón, que estaba acechando en busca de algo que llevarse a la boca, atrapó al burro con sus enormes mandíbulas y lo arrastró hasta el centro de la bahía. Aunque los trabajadores del muelle lograron recuperar la carreta, nunca más se supo del burro.
Los pescadores que faenaban en las cercanías vivían con el temor constante de que Don Pepe embistiera sus embarcaciones, atraído por el olor de sus capturas. Para mantenerlo distraído mientras ellos alcanzaban la orilla, solían alimentarlo.
En la Bahía de Nipe, en Cuba, un pescador experimentó un encuentro aterrador con un tiburón llamado Don Pepe. Un día, el pescador se negó a alimentar al tiburón y éste comenzó a nadar debajo del bote hasta que, finalmente, atacó al barco con una fuerza impresionante. El pescador saltó a un bote auxiliar y remó hacia la orilla a una velocidad sorprendente.
En otra ocasión, dos lanchas de pasajeros chocaron en la bahía y Don Pepe fue el primero en llegar a la escena. Los sobrevivientes describen los gritos de las víctimas y la sangre que emanaba de los trozos de carne humana que los tiburones devoraban. Varias personas murieron ese día a manos de los tiburones, liderados por Don Pepe, quien reinaba sin piedad debido a su jerarquía y antigüedad.
Don Pepe aterrorizó a los habitantes de la Bahía de Nipe durante más de 20 años y sobrevivió a varios intentos frustrados por matarlo. Sin embargo, a finales de la década de 1950, Don Pepe desapareció y nunca más se ha vuelto a ver un tiburón como él en las aguas de Nipe. Se cree que murió de viejo, después de haber sido el rey de las aguas de la Bahía de Nipe durante tanto tiempo.