La verdad que no te han contado sobre el famoso “edificio de los ataúdes” del Malecón de La Habana (+ Fotos)

Redacción

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En el corazón del Malecón de La Habana se alza uno de los edificios más emblemáticos y reconocidos de la ciudad. Durante décadas, este inmueble de 15 pisos ha sido objeto de innumerables historias y leyendas que han tejido un aura de misterio en torno a su construcción. Desde el exterior, los 14 pisos superiores parecen evocar la forma de grandes ataúdes, alimentando la imaginación y las especulaciones sobre su origen.

El edificio, ubicado en Malecón e Industria, fue construido en 1954 y se destaca como el más alto en el tramo comprendido entre Galiano y Prado. Una de las leyendas más conocidas sugiere que fue levantado como un homenaje del propietario a una hija de 14 años (algunas versiones mencionan un hijo) que falleció trágicamente ahogada frente al Malecón, justo en el lugar donde se erige el edificio. Esta historia macabra ha sido transmitida de generación en generación, convirtiéndose en una de las muchas leyendas urbanas que se entrelazan con la historia de La Habana.

Con el objetivo de arrojar luz sobre el enigma que rodea al edificio, varios investigadores se han interesado en desentrañar la verdadera historia detrás de los pisos en forma de ataúd. Sin embargo, la información recuperada al respecto ha sido variada y a menudo contrasta con la leyenda que ha perdurado en el tiempo.

Algunos testimonios señalan que el edificio pudo haber sido una inversión de un dueño de una funeraria en La Habana, quien buscaba obtener beneficios económicos mediante su alquiler. Se dice que solicitó al arquitecto a cargo del diseño que reflejara de alguna manera su profesión en la estructura del edificio.

Otros aseguran que la versión del infortunio familiar es simplemente una invención, y que el arquitecto originalmente tuvo la visión de crear una obra que transmitiera la sensación de estar dentro de un barco. Esta interpretación del edificio se basa en la experiencia de personas como Albertico, quien vivió en el piso número 12 y siempre destacó cómo cada rincón del edificio proporcionaba la impresión de estar navegando en alta mar.

Durante su vida, Albertico desmintió vehementemente la leyenda sobre el trágico progenitor que erigió un edificio con un piso por cada año de vida que tenía su hijo. Sin embargo, esta versión ha perdurado en la memoria colectiva y es la que los guías turísticos continúan compartiendo con los visitantes.

A lo largo de los años, tantas personas han crecido escuchando la historia del adolescente que perdió la vida en las aguas de la bahía, que conocer una versión diferente puede resultar decepcionante para algunos. La verdad absoluta solo la podría proporcionar el propio arquitecto, cuyo nombre ha caído en el olvido para las generaciones actuales.

Construido en 1954, en Malecón e Industria, este singular edificio cuenta con 15 pisos y es el más alto en el tramo comprendido entre Galiano y Prado.

Se rumorea que fue erigido a modo de homenaje de su propietario a una hija (algunos dicen que era un hijo) de 14 años que murió ahogada en el Malecón, justo frente a donde se alza este inmueble, por lo que de ahí vienen sus 14 pisos y sus peculiares balcones en forma de ataúd.

Esta espeluznante historia es tan conocida que son muchos los que la cuentan con tal seguridad como si la hubiesen vivido. Se ha transmitido al punto de convertirse en una de las tantas leyendas urbanas que lleva a cuestas La Habana.

Con vistas a aclarar el halo de misterio que rodea al edificio, han sido varios los que se han interesado por desentrañar la historia de los ataúdes y la información que ha logrado recuperarse al respecto es muy variada. Sin embargo, la historia que refieren algunos de los más antiguos moradores contrasta con la leyenda urbana que ha trascendido hasta nuestros días.

Otros cuenta que el edificio había sido algo así como una inversión de un dueño de un negocio funerario habanero, con objetivos de renta o algo así. Se dice que le pidió al arquitecto a cargo del diseño que el edificio reflejase de alguna manera la profesión de su propietario/inversionista.

Algunos aseguran que nunca existió ningún infortunio familiar, sino que la idea original del arquitecto fue la de crear una obra que transmitiera la sensación de estar dentro de un barco.

Uno de ellos fue Albertico, quien vivía en el piso número 12 del edificio y dedicó su vida a escudriñar cada detalle de su construcción.

“Dondequiera que te pares, en la sala, terraza o balcón, lo único que ves es ese inmenso mar. Punto, ya está. Cuando vas en un barco te paras y te mareas, aquí pasa lo mismo”, aclaró.

Mientras estuvo vivo, Albertico desmintió a cada paso la historia del desdichado progenitor que construyó un edificio con tantos pisos como la edad que tenía su hijo al morir. No obstante, la versión que ha predominado hasta nuestros días es esa y los guías turísticos se la siguen contando a los visitantes.

Han sido tantos los que han crecido creyendo en la historia del adolescente muerto en aguas de la bahía, que puede resultar decepcionante conocer lo opuesto. La certeza absoluta solo la daría el propio arquitecto, cuyo nombre ya ni recuerdan los actuales moradores.