Julita Osendi cuenta detalles de la absurda respuesta de la policía tras ser asaltada en pleno Malecón de La Habana

Redacción

La periodista cubana Julita Osendi sufrió el robo de su teléfono móvil en plena calle, donde guardaba información valiosa de su trabajo y su cuenta bancaria. Tras llamar a la Policía con una descripción detallada del ladrón, experimentó una respuesta surrealista por parte de las autoridades, lo que ha generado una creciente oleada de violencia en la capital cubana. En un texto publicado en sus redes sociales, Julita narra los hechos que vivió y la sensación de impotencia que le produjo la inacción de la Policía. La periodista espera que su testimonio ayude a concienciar a la sociedad sobre la importancia de tomar medidas para frenar la delincuencia y la violencia.

Julita explica que tras el robo, llamó inmediatamente al teléfono de la Policía, donde una operadora tomó su declaración y prometió enviar un patrullero a la zona para ver si podían identificar al ladrón. Sin embargo, después de media hora esperando a que llegara la «técnica» prometida, Julita volvió a llamar a la Policía, donde le dijeron que ya habían enviado la técnica y que debía esperar.

Ante la inacción de las autoridades, Julita decidió llamar a su hijo para que la recogiera, pero antes se encontró con dos jóvenes policías en moto que estaban vigilando el malecón. Al preguntarles si podía ver las cámaras que supuestamente existían en la zona, le dijeron que eso era trabajo de la «técnica». Después habló con otro policía más maduro, que le sugirió ir a la unidad de Zanja a reportar el hecho.

La situación se torna aún más preocupante al saber que la delincuencia y la violencia son cada vez más frecuentes en La Habana, una ciudad que se vende al turismo internacional. Julita narra que el jefe de la Policía de la Habana Vieja la llamó muy disgustado para preguntarle de nuevo lo sucedido y darle instrucciones para que fuera a la unidad de policía a reportar el hecho. Julita, que ya había hecho la denuncia, llamado a ETECSA y cancelado sus tarjetas bancarias, decidió no acudir a la unidad porque tenía la rodilla inflamada y la Policía prometió enviar la guardia operativa a su casa.

Finalmente, una oficial de la PNR de Centro Habana acudió a su casa para recoger su declaración, convirtiéndose en una víctima más de la delincuencia y la ineficacia de las autoridades. Julita asegura que su testimonio no es más que una denuncia y un llamado de atención para que las autoridades tomen medidas para frenar la delincuencia y la violencia en las calles de La Habana.