La santería, por otro lado, floreció. Los practicantes mantuvieron la religión viva a través de rituales secretos en sus hogares y la transmitieron oralmente de generación en generación.
Hoy en día, la santería es legal en Cuba y está reconocida por el gobierno como una religión. Sin embargo, todavía hay estigmas asociados con ella.
Algunos creen que la santería es peligrosa o que se trata de brujería. Sin embargo, los practicantes de la santería ven su religión como una forma de conectarse con sus antepasados y encontrar la paz interior.
Según Mandy Arrazcaeta, “la santería es algo muy personal y emocional. Es como si pudieras hablar con tus antepasados y con tus propios sentimientos. No es peligrosa en absoluto”.
La santería también se ha convertido en una forma de escapar de la realidad económica y política de Cuba. A medida que el país enfrenta una crisis económica y una escasez de recursos, la santería se ha convertido en una forma de encontrar consuelo y esperanza.
En lugar de depender del gobierno para resolver sus problemas, los practicantes de la santería encuentran consuelo en su religión y en su comunidad.
Sin embargo, la popularidad de la santería también ha llevado a algunos problemas. Por ejemplo, la falta de regulación ha llevado a algunos santeros a cobrar precios exorbitantes por sus servicios.
Además, algunos turistas han comenzado a practicar la santería de manera superficial, lo que ha llevado a la apropiación cultural y la falta de respeto hacia la religión.
En general, la santería es una parte importante de la cultura cubana. A través de la santería, los cubanos han encontrado una forma de resistencia silenciosa, de conectarse con sus antepasados y de encontrar esperanza en tiempos difíciles.
Como en cualquier religión, hay pros y contras. Sin embargo, en última instancia, la santería ha demostrado ser una forma poderosa de resistencia y una fuente de consuelo y esperanza para muchos cubanos