Limay Blanco, conocido humorista cubano, se encontraba de gira cuando recibió una llamada de una niña que le pedía donaciones para su familia. Al llegar al lugar, Limay quedó impactado por las condiciones en las que vivía la madre y sus tres hijos, especialmente por la salud delicada de una de las niñas, quien sufre de leucemia. En una transmisión en Facebook, Limay compartió su decisión de destinar el dinero de su gira para comprarles una vivienda.
«Yo no voy a arreglar Cuba, yo lo sé, pero yo hoy quiero dormir tranquilo», explicó el humorista en su transmisión, consciente de que el dinero que ganó en su gira podría haber sido utilizado para ayudar a más personas en su proyecto solidario de construir una iglesia y un almacén para medicamentos. Sin embargo, la situación de esta familia lo movió a tomar una decisión que cambiaría su destino.
Limay ha sido reconocido en Cuba por su labor humanitaria en la que se ha propuesto entregar cien casas a familias que tengan graves problemas de vivienda. Recientemente entregó la casa número 17 a una madre y su hija en Holguín, quienes vivían en condiciones infrahumanas. Su proyecto «Cristo cambia vidas» ha despertado admiración en miles de cubanos y ha inspirado a muchos a sumarse a su labor solidaria.
La solidaridad de Limay Blanco con esta familia cubana es un ejemplo de cómo una persona puede marcar la diferencia en la vida de los demás. Su compromiso con los más necesitados en su país lo ha llevado a tomar decisiones difíciles, pero necesarias para mejorar la vida de las personas que sufren por no tener las condiciones más elementales para vivir.
La historia de Limay y su labor solidaria son una inspiración para todos aquellos que buscan hacer una diferencia en su comunidad. El ejemplo de este humorista demuestra que, aunque no podamos arreglar el mundo entero, podemos hacer una diferencia significativa en la vida de quienes nos rodean.