El «síndrome de La Habana» ha sido un tema candente en la política internacional desde que se detectó por primera vez en 2016 entre el personal diplomático en Cuba. En aquel momento, el entonces presidente Donald Trump acusó al Gobierno de Cuba de perpetrar «ataques acústicos» contra los trabajadores de la Embajada, lo que provocó la suspensión de los servicios consulares en la isla. Sin embargo, un nuevo informe publicado por el Consejo Nacional de Inteligencia ha concluido que es «muy improbable que un adversario extranjero fuera el responsable de las anomalías de salud».
El informe del Consejo Nacional de Inteligencia es una evaluación detallada de los documentos clasificados y la literatura científica y médica disponible. En él se concluye que «no hay evidencia creíble de que un adversario extranjero cuente con un arma o dispositivo» capaz de provocar estos problemas de salud. Además, se detectaron «limitaciones metodológicas» en los informes médicos que desarrollaron la teoría del «síndrome de La Habana».
El Departamento de Estado ha explicado que «no hay un denominador común» entre todos los afectados, y que algunos casos se pueden explicar por «causas naturales», otros por «efectos ambientales» y algunos están todavía por determinar. El informe también sugiere que los síntomas del personal de Estados Unidos son «probablemente resultado de factores que no involucran a un adversario extranjero, como condiciones preexistentes, enfermedades convencionales o factores ambientales».
Aunque el informe del Consejo Nacional de Inteligencia parece haber disipado la posibilidad de que un adversario extranjero sea el responsable del «síndrome de La Habana», el presidente Joe Biden ha firmado una legislación que establece la obligación de ayudar a los trabajadores que sufren esos síntomas. Más de 200 diplomáticos estadounidenses y familiares destinados a diferentes países han padecido síntomas del llamado «síndrome de La Habana», como mareos, náuseas, problemas auditivos o migrañas.
El hecho de que no haya una sola causa identificada para el «síndrome de La Habana» sigue siendo preocupante para los funcionarios de Estados Unidos. Aunque el informe sugiere que los síntomas pueden ser el resultado de condiciones preexistentes, enfermedades convencionales o factores ambientales, sigue habiendo mucho que se desconoce sobre este fenómeno.
La incertidumbre sobre el «síndrome de La Habana» ha llevado a algunos expertos a sugerir que se necesitan más investigaciones para comprender mejor la naturaleza de este fenómeno. Los síntomas pueden ser muy graves y afectar la capacidad de los trabajadores para desempeñar sus funciones, lo que hace que sea importante encontrar respuestas y soluciones lo antes posible.