Un padre cubano de la ciudad de Las Tunas gastó más de 3,000 pesos en la celebración del cumpleaños de su hijo, Diego. La historia, publicada por el Periódico 26, relata cómo la aventura comenzó con un simple deseo del niño de comprar un paquete de galletas en una bodega local. El paquete costaba 120 pesos y estaba etiquetado como «liberado», lo que significa que no está sujeto a la ración mensual de alimentos que se les asigna a los cubanos.
La historia continúa con Lucas, el padre de Diego, gastando otros 200 pesos en transporte antes de llevar a su hijo al restaurante 2007. Allí, pagó más de mil pesos por una ración de camarones, chatinos y refresco de cola. Después de salir del restaurante, Diego cogió un paquete de galletas María que costaba 700 pesos, un refresco por 200 pesos y un chupa chupa por 70 pesos. Antes de salir del lugar, Lucas vio un pomo de aceite a un precio de 1,100 pesos.
El reportaje señala que al regresar a casa, Lucas se dio cuenta de lo mucho que había gastado en la celebración y se sintió triste por la situación económica del país. «Robaron su atención tantos negocios, tanta oferta de las mismas mercancías de las tiendas en moneda libremente convertible (MLC) a precios carísimos, tanta indolencia», dice el artículo.
Este caso no es único en Cuba. Muchos padres se ven en situaciones similares debido a la inflación del país y a los bajos salarios. En diciembre, un abogado cubano llamado Manuel Viera contó cómo su hija le pidió un árbol de Navidad, pero él no podía permitírselo debido a la situación económica. Viera también tuvo que explicar a su hija por qué no podrían tener la tradicional cena de fin de año con carne de cerdo, yuca y frijoles negros.
En noviembre, otro padre cubano se quejó de la inflación después de gastar 1,400 pesos en una merienda para su hija en una cafetería de La Habana. «Esta vez no sé si los precios son excesivamente altos o mi salario es ínfimamente bajo, solo sé que salí de aquel lugar con una mezcla de tristeza y preocupación», dijo Mijail Toledano Aguilera.
La inflación en Cuba es un problema constante que afecta a la mayoría de los ciudadanos, especialmente a los padres que quieren darles una vida digna a sus hijos. La situación económica del país hace que sea cada vez más difícil para los cubanos poder comprar alimentos y otros productos básicos. Los bajos salarios y la escasez de productos hacen que los padres tengan que tomar decisiones difíciles y explicar a sus hijos por qué no pueden permitirse ciertos lujos.