Este miércoles, un autobús que transportaba a unos 76 migrantes, incluyendo cubanos, se accidentó en Gualaca, provincia de Chiriquí en Panamá. El trágico suceso dejó un saldo de 39 fallecidos y más de 20 heridos, incluyendo 10 menores de edad. Según informó el ministro de Seguridad Pública, Juan Pino, el grupo era trasladado desde un albergue en la provincia de Darién hasta Chiriquí, en los límites con Costa Rica, con la intención de llegar a la frontera sur de Estados Unidos en busca de un futuro mejor.
El presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, expresó sus condolencias a los familiares de las víctimas y agradeció a los equipos de gobierno que brindan asistencia médica a los sobrevivientes de la tragedia. Aunque oficialmente no se ha revelado la causa del siniestro, fuentes locales aseguraron que el conductor del autobús cometió el error de no detenerse en el albergue donde debían pasar la noche los viajeros y, en el momento de dar la vuelta, fue impactado por un minibús.
Este triste acontecimiento es un reflejo de los riesgos y las condiciones extremas que muchos cubanos enfrentan en su búsqueda por un futuro mejor. A pesar de que el flujo migratorio de cubanos hacia Estados Unidos ha disminuido desde la aprobación del programa de parole humanitario por la Administración Biden, muchos siguen intentando llegar a ese país o quedándose varados en la región.
En 2022, más de cinco mil cubanos cruzaron la peligrosa selva del Darién, enfrentando condiciones excepcionales como animales salvajes, caminos rústicos, el calor y la violencia de algunas bandas locales que extorsionan a inmigrantes. Aunque es comprensible la búsqueda de una vida mejor, estos migrantes deben tener en cuenta los peligros a los que se enfrentan en el camino.
